Sociedad

El segundo 'sí quiero' de Joaquín Sabina (con la Jime)

Joazquín Sabina se casa en secreto con Jimena Coronado con Serrat y Grande-Marlaska de testigos

Joazquín Sabina se casa en secreto con Jimena Coronado con Serrat y Grande-Marlaska de testigos

Joaquín Sabina no llega a los extremos de Julio Iglesias, de quien se asegura que ha yacido con más de 2.000 mujeres, pero ha pasado por ser uno de los grandes faunos del panorama patrio y autor del mayor himno a la infidelidad jamás escrito, Y sin embargo. Ahora, el cantautor de Úbeda ha pasado por segunda vez por el altar y ha contraído matrimonio esta misma mañana con Jimena Coronado, con la que lleva conviviendo desde finales de 1999, aunque se conocieron 5 años antes.

Con el ministro de Interior Grande-Marlaska y su cuate Joan Manuel Serrat entre los testigos, según ha adelantado El País, Sabina se ha casado en zapatillas y con su sombrero blanco de paja que se ha convertido en los últimos años en una de sus señas de identidad cuando deje el bombín en el escenario.

Sabina se casó a su vuelta de su exilio en Londres con la argentina Lucía Correa para conseguir el pase pernocta cuando tuvo que hacer el servicio militar en Palma de Mallorca y casi encarando la treintena. Pero ahora ha pasado de nuevo por la vicaría con la única excusa del "amor" a la persona que fue su sostén durante la nube negra que sobrevino tras el ictus cerebral.

Jimena Coronado pasa por ser la mujer que puso orden en la vida de Sabina, la que cambió la cerradura de su casa de Relatores que tenía medio Madrid y la que le 'ajimenó' los güisquis -en cualquier fiesta es habitual ver a Jimena Coronado echando agua a las copas que se sirve el cantautor-. 

Así, la peruana ha sido su sostén y, de paso, una de esas "enfermeras que suben la fiebre". Aunque, bocazas por naturaleza, no dudó en confesar a Javier Menéndez Flores que la Coronado no era una de sus pasiones devastadoras, aunque sí había "quilates de amor". Y después de soltar la frase volvió al domicilio conyugal y no tenía las maletas en la puerta. "Soy monógamo, pero no fundamentalista", proseguía en la entrevista recogida en el libro 'En carne viva'.

Sabina conoció a Jimena Coronado a mediados de la década de los noventa, cuando el cantante estaba en Lima de promoción y Jimena, que era fotógrafa de una revista local, fue a hacerle un reportaje al hotel Sheraton. Por entonces, Sabina compartía su vida con la modelo mallorquina Cristina Zubillaga, a la que no duda de calificar como el amor más "incendiario" de su vida, incluso delante de su futura esposa.

Al término de la sesión, el mujeriego que por entonces era Sabina le preguntó dónde tomar una copa y quedaron a las diez. A esa hora se presentó su futura esposa, pero le dieron las diez, las once y la una hasta que apareció Sabina y pasó de largo. Finalmente se sentaron en la misma mesa y comenzaron una relación a saltos, sin anillos y sin compromiso.

Se encontraban cada vez que el músico daba un concierto en Lima hasta que Jimena Coronado cortó: se había echado novio. "Pero más tarde la convencí de que poner cuernos tampoco estaba tan mal", reconoció el cantante a Juan José Millás en una entrevista.

Pasaron los años y Sabina también se echó novia, la argentina Paula Seminara, que abandonó al cantautor cuando estaba componiendo 19 días y 500 noches. Así que un día, se encontró en el buzón una carta de Jimena Coronado, en la que le decía que había terminado su relación y dejaba unos puntos suspensivos.

Cual galán de los de antes, enseguida la llamó para irse juntos a Venecia, pero Jimena Coronado descartó este romántico destino y eligió para el reencuentro la plaza de Tenampa, en México, donde Chavelas Vargas podía pasarse tres días con sus tres noches de farra.

Al poco, la peruana se trasladó a Madrid acompañada de su amiga Lena, que acabaría por convertirse en la secretaria del cantautor. Y aunque no tienen hijos, fruto de esta relación es la canción Rosa de Lima, una de las pocas canciones de amor con nombres y apellidos del cantante, que suele escribir a sus parejas cuando llega el después, "el solo de pijamas con sordina".

Según ha confesado la propia Jimena Coronado, en un primer momento estuvo tentada de abandonar Madrid por la caótica vida del cantante, hasta que llegó el ictus que le sumió en una depresión y empezó a cambiar de hábitos de vida. 

Poco a poco, Jimena Coronado fue implicándose en los conciertos de Sabina y pasó a encargarse de los audiovisuales que se proyectan en sus actuaciones, además de tenerle siempre a punto las gárgaras para suavizar su ronquera antes de subirse al escenario. Incluso abrió un bar de copas en Madrid, Los Diablos Azules, donde sólo se pinchaba música de su futuro marido y se organizaban veladas poéticas.

Ahora, 20 años después de dar el paso de vivir juntos, ya son marido y mujer, algo que Sabina no hizo con la madre de sus hijas, Isabel Oliart. -hija de Alberto Oliart, ministro de Industria con UCD-.

Y Jimena Coronado también pertenece a la alta sociedad de Perú y, de hecho, su padre fue gobernador del banco central. Cuando Sabina fue a presentarle sus respetos se sentó en un sofá y empezó a fumar sin medida ante la mirada inquisitoria de su futuro suegro. Claro, estaba echando la ceniza en una pieza precololombina. Pero es que la vida de Sabina está plagada de estas anécdotas, como cuando fue al servicio en una recepción con la por entonces presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y se quedó encerrado en el aseo...

A sus 71 años, y ya recuperado tras caerse del escenario en Madrid en un concierto junto a Serrat, Joaquín Sabina ha dado el sí quiero a Jimena Coronado, la Jime, como es conocida entre su círculo de amistades, la mujer que le salvó la vida, como ha confesado en multitud de ocasiones. Y ahora, la mujer que le ha llevado de nuevo al altar sin que el cantautor haya sufrido un ataque de tos. 

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