Eduardo Sáenz de Buruaga, embajador de España ante la Santa Sede

"Los cardenales me dicen que puede haber una sorpresa"

  • "España sigue siendo un país importante en el mapa del catolicismo"

El Palacio de España es uno de los destinos cotizados en la carrera diplomática. El Gobierno de Rajoy ha apostado por un especialista en Iberoamérica para las relaciones con la Santa Sede, tal vez por el peso cada vez mayor del continente americano en la Iglesia universal. Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga (Madrid, 1958) es nieto de capitán general de Sevilla, donde sus padres fueron casados por el cardenal Bueno Monreal. A su despacho se llega recorriendo un verdadero museo de bustos de Bernini, lienzos de pontífices españoles y enormes tapices de barrocas escenas. El juego de luces es de película. Técnicos con batas blancas restauran algunas de las obras de arte. 'Buona sera'. Y siguen dándole al pincel. La noche anterior estuvieron cenando en los salones de la embajada los cinco cardenales españoles que entrarán hoy en la Capilla Sixtina. En la velada se integró el cardenal Estepa, arzobispo emérito castrense de España, que supera los 80 años. El ventanal de la estancia principal está abierto y deja ver el monumento de la Inmaculada sobre un fondo cárdeno. El wifi se anuncia en el teléfono móvil como 'cancillería'. Se puede usar, pero sin conocer la clave. Un trabajador de la embajada la introduce en el terminal sin que la veamos. 

-¿Esta embajada es el destino soñado por un diplomático de carrera?

-Figura entre las más importantes de España. Es la más antigua del mundo, data del siglo XV, creada por los Reyes Católicos y que ha llegado hasta hoy sin interrupción. España tiene una especial relación con la diplomacia vaticana. Y la sede actual, en la que llevamos cuatro siglos, es un edificio maravilloso que es patrimonio de todos los españoles.

-¿Tiene alguna función especial en período de sede vacante?

-Ninguna especial. España es un Estado que cuida su relación con otro Estado que es la Ciudad del Vaticano, soporte jurídico-político de la Santa Sede. España reconoce que el Vaticano es un actor internacional de primer orden en asuntos de paz, desarrollo, promoción de derechos humanos, de la ecología responsable y de otros muchos ámbitos.

-¿Le llama la atención la intensidad de las congregaciones generales previas al cónclave? Cardenales que han dado ruedas de prensa, cardenales con perfiles en las redes sociales, peticiones de reformas...

-Me llama la atención todo lo que usted ha mencionado. Son detalles importantes. El hecho de que no se haya producido la desaparición física del anterior pontífice ha permitido más tiempo para las congregaciones generales, porque no ha habido exequias ni solemnidades, lo que ha hecho posible que los cardenales hayan entrado a fondo en los temas que preocupan a la Iglesia universal.

-Desde varios sectores se aprovechan estos días para demandar a la Iglesia Católica un proceso de modernización. ¿Qué opinión le merecen estas reivindicaciones?

-Creo que la Santa Sede tiene muy clara la necesidad de ser consciente de la realidad actual. Esto ha quedado muy claro en el último sínodo para la nueva evangelización.  La Iglesia es consciente de que tiene que adaptarse a las realidades actuales. La Iglesia sabe que tiene que operar en un escenario nuevo con ventajas e inconvenientes para su tarea. Tanto en ese sínodo como en las congregaciones generales de estos días, enmarcado todo en el Año de la Fe, se percibe con claridad que la Iglesia tiene en cuenta esa necesidad de esa adaptación.

-¿Qué aporta España a la Iglesia de hoy? ¿Qué peso real tiene?

-Mucho. Sobre todo con respecto a Iberoamérica. En este contexto, el cardenal Ouellet, que hoy es una figura de la que muchos hablan, emitió un comunicado en el que subrayaba no sólo la labor de los eclesiásticos españoles en Iberoamérica en el pasado, sino en la actualidad. En segundo lugar, aparte de la presencia del cardenal Cañizares en la curia con un cargo que sería equivalente al de ministro en un gobierno laico, y de numerosos eclesiásticos en segundos escalones de diversos dicasterios y consejos pontificios, hay que resaltar la muy importante presencia de españoles al frente de órdenes religiosas de importancia para la vida de la Iglesia como los jesuitas, los franciscanos, el Opus Dei, Comunión y Liberación, claretianos, maristas, marianistas, etcétera. Pese a la globalización cada vez mayor de la Iglesia, la presencia de españoles al frente de órdenes y congregaciones es muy notable. España sigue siendo un país importante en el mapa del catolicismo universal.

-¿Percibe que el escándalo del 'Vatileaks' está siendo trascendente de cara al cónclave o cree que es un asunto amplificado por los medios? ¿Aprecia una preocupación seria del Vaticano en este asunto?

-Creo que sí. Hay una serie de problemas que causan gran sufrimiento, como reconoció el propio Benedicto XVI. Hay conciencia de que la transparencia es un reto para la Iglesia de forma inmediata.

-¿Transparencia únicamente en el ámbito financiero?

.La transparencia es buena en todos los ámbitos. No hay que confundir la transparecia con la necesaria discreción en algunos asuntos, como ocurre en el proceder de todos los Estados.

-¿Es previsible algún cambio en los acuerdos entre el Gobierno español y la Santa Sede en materia de financiación?  El ejecutivo de Zapatero promovió la última reforma.

-El presidente español ha manifestado varias veces que está satisfecho con los acuerdos vigentes. De momento no es previsible ningún cambio.

-¿Cree que la ingente labor social que hace la Iglesia española en tiempos de crisis sería asumible por el Estado?

-(silencio) Es que como soy liberal... No me meto en eso.

-¿Espera usted alguna sorpresa del cónclave?

-Creo que no es descartable. Y algunos cardenales así me lo han hecho notar. La clave es qué se entiende por sorpresa.

-Pues que salga elegido una cardenal que no aparece en las 'quinielas'.

-Pues los cardenales con los que hablo, que son muchos, así me lo han referido. No lo descartan, así me lo han dicho literalmente.

-España tiene hoy diez cardenales, cinco de ellos electores. ¿Es una cifra adecuada para la Iglesia española?

-Somos el quinto país en número de cardenales electores, detrás de Italia, Estados Unidos, Alemania y Brasil. Francia y la India tienen cuatro. La nuestra es una buena representación, pero indudablemente veríamos con agrado un aumento. ¡Cómo no!

-¿Y entre las sorpresas del cónclave figuraría la de un Papa español?

-La posibilidad de que el próximo pontífice sea español existe. Incluso el cardenal Herranz, que no entra el cónclave, podría ser Papa.  Lo importante es que el próximo Papa sea el que la Iglesia necesita. Si fuera español sería una satisfacción complementaria.

-¿Le consta que los italianos están apretando para tener un Papa?

-Los medios afirman eso, pero a mi no me consta. Los cardenales tienen en mente la elección del mejor papa posible más allá del origen geográfico.

-El principal reto de un papa como Juan Pablo II fue el comunismo. ¿Cuál será el del próximo?

-La nueva evangelización, la lucha contra el secularismo y el eclipse de Dios.

-¿Cómo se enteró de la dimisión de Benedicto XVI?

-El 11 de febrero era día festivo en el Vaticano. Se celebraba el aniversario de la firma de los pactos lateranenses, que dieron lugar a la creación del Estado Vaticano. Era festivo, pero yo me encontraba en el despacho. Me llamó un eclesiástico español, amigo mío, para darme la noticia sin poder disimular su excitación y su emoción. Me causó sorpresa y perplejidad.

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