Causa criminal

Las cinco asesinas en serie más malvadas de España

Cárcel de mujeres de Sevilla

Cárcel de mujeres de Sevilla / Antonio Pizarro

En el imaginario colectivo y en los medios de comunicación la mujer suele ocupar el papel de madre o hermana de la víctima, de esposa o pareja sentimental del delincuente o incluso de la propia víctima, como se puede ver en las estadísticas que arrojan cuántos asesinatos se producen en España por violencia machista. Rara vez se muestra a las mujeres como agresoras, homicidas, maltratadoras o, menos aun, asesinas en serie. Quizás porque el número de casos de este tipo sea bastante inferior. Pero existen. Estas son cinco de las asesinas en serie que han hecho mella en la historia del España:

Margarita Sánchez Gutiérrez, ‘La viuda negra de Hospitalet’

Acusada de cuatro homicidios consumados (a su marido, su cuñado y dos vecinos) y de tres homicidios en grado de tentativa que dejó lesiones muy graves a las víctimas. Malagueña de nacimiento, Margarita se trasladó a Cataluña junto a su marido y sus dos hijos, primero a un piso del que los desahuciaron y después a casa de sus suegros. Era una persona conflictiva y llena de deudas con los establecimientos de la zona en la que vivía. Su mente maquinadora ideó un plan casi perfecto para poder robarle la cartilla de ahorros a personas de su entorno: ir envenenándolos poco a poco con un fármaco que no deja rastro en la sangre tres días después de haberlo suministrado, de ahí el nombre de ‘La viuda negra’. La primera víctima de Margarita fue una vecina a la que robó medio millón de pesetas en 1992. Tras ella vinieron todos los demás. Se sospecha que consumó más asesinatos puesto que cuidó durante un tiempo a personas mayores. Fue condenada a 34 años de prisión por delitos de lesiones  y otro de robo con violencia. Su hija, de solo 16 años, participó en los asesinatos pero quedó absuelta por ser menor de edad.

Pilar Prades, ‘La envenenadora de Valencia’

Cometió un asesinato y trató de consumar otros dos suministrando a sus víctimas veneno para hormigas. Fue la última mujer de España condenada a pena de muerte por garrote vil. Pilar era una niña muy entrovertida y con un aspecto poco normativo. Con 12 años, nació en 1928, se trasladó desde un pueblo de Castellón, donde había nacido, a Valencia para servir en una casa, pero su carácter no encajó con los dueños por lo que estuvo cambiando de hogar durante mucho tiempo. Con 26 años entró a servir a un matrimonio y como consecuencia de sus frustraciones personales y las vivencias que había tenido por su aspecto, se le ocurrió cometer la atrocidad de envenenar a la señora para la que trabajaba. Tras su muerte ésta fue despedida por el marido de la difunta sin saber que ella había asesinado a su mujer. Comenzó a trabajar en otra casa en la que trató de envenenar a dos personas más con el mismo veneno para hormigas. Primero lo intentó con una compañera por la que sentía celos y luego por la señora del nuevo empleo, pero la cogieron. A pesar de que su abogado le aconsejó que reconociera los crímenes prefirió no hacerlo y fue condenada a garrote vil.

Francisca Ballesteros, ‘La envenenadora de Melilla’

Nació en Valencia en 1969, en el seno de una familia conflictiva. Cuando cumplió la mayoría de edad abandonó su casa y al poco conoció al que sería su marido, con el que tuvo varios hijos. Fue condenada por matarlo a él y a dos de sus hijos y haberlo intentado con un tercero. Alrededor suya también murieron su padre y otros hijos con causas parecidas pero no se sabe si habría relación entre ella y las muertes. El método que utilizó en todos los casos fue el mismo: ir suministrándole dosis de medicamentos para la ansiedad y para conciliar el sueño así como cianamida en el caso de su cónyuge. Explicó que había cometido los crímenes porque el marido la trataba mal, porque sus hijos lloraban mucho y así conseguía que estuvieran tranquilos o por haber tenido una depresión post parto. Quienes comenzaron a sospechar de ella fueron unos vecinos que avisaron a las autoridades cuando acudieron a su casa a darle el pésame por la muerte de su marido y comprobaron que los hijos estaban muy enfermos pero ella se negaba a que recibieran asistencia médica. Esto último sucedió en el año 2004. Francisca confesó todos los hechos y fue declarada culpable y condenada a 84 años de prisión

Enriqueta Martí, ‘La vampira de Barcelona’

Nació en Cataluña en 1868 y se le han atribuido tradicionalmente los crímenes de secuestro, proxenetismo y asesinato en serie de niños pero en investigaciones más recientes se sostiene la hipótesis de que solo secuestró a una niña y que fue condenada por eso. Desde muy joven Enriqueta se trasladó desde su ciudad natal a Barcelona para trabajar como niñera pero rápidamente empezó a ejercer la prostitución.

La versión oficial de lo que le ocurrió a Enriqueta recoge que ésta, aun casada, se siguió dedicando a la prostitución y que llegó a regentar un burdel donde se prostituía a menores de 3 a 14 años. En una ocasión en la que habían dado por desaparecida a una niña llamada Teresa Guitart, una vecina comenzó a sospechar de Enriqueta.y tras un tiempo otra vecina pudo observar cómo había una niña con el pelo rapado asomándose a la ventana de Enriqueta. Avisó a los municipales y cuando entraron en la casa encontraron a la desaparecida Teresa y a otra niña más, Angelita, que decía ser hija de Enriqueta. Los informes confirmarían posteriormente que Enriqueta nunca había parecido y ella mismo confesaría que le había robado la hija a su cuñada. Pero esto no fue lo único que sucedió. En las declaraciones que ambas niños hicieron aseguraron haber visto ropa ensangretada en algunas de las habitaciones de la casa o incluso el momento en el que Enriqueta mató a otro niño que había vivido antes con ellas: Pedrito. Fue condenada por estos delitos y entró en prisión para cumplir condena, pero apareció muerta y la causa de su muerte nunca se conoció con certeza.

Encarnación Jiménez Moreno, ‘La mataviejas’

Con 38 años de edad, Encarnación robó a 20 mujeres ancianas y mató a dos de ellas tras amordazarlas, apalearlas y asfixiarlas. Residía en Madrid junto a su marido, que era albañil, mientras ella se dedicaba a los cuidados del hogar. Al principio cometía los asaltos cada varios días pero luego los aumentó, llegando a realizar dos delitos diarios. Su modus operandi era siempre el mismo: acudía a edificios donde residían personas mayores y entraba en sus casas con la excusa de vender joyas o ropa. Primero se aseguraba de que sus víctimas estuvieran solas y luego las golpeaba y las amordazaba con su propia ropa mientras le preguntaba dónde tenía las joyas. Fue condenada a 137 años de prisión en el año 2007. En la sentencia consideraron que Encarnación sufría un trastorno de la personalidad grave.

 

 

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