Basura orbital La NASA prepara un plan ante un eventual choque durante la misión del 'Atlantis'

La escombrera espacial

  • Desde que en 1965 Ed White perdiera un guante en un paseo extravehicular, más de 10.000 objetos flotan ingrávidos, creando un problema de seguridad

La colisión de dos satélites el pasado martes ha puesto una vez más sobre el tapete la preocupación sobre el peligro de que los escombros cósmicos hagan impacto en otras naves y hasta en la Estación Espacial Internacional (EEI). El choque de los satélites de comunicaciones, uno ruso y otro estadounidense, ocurrió a unos 800 kilómetros de la Tierra. De inmediato, las autoridades de la NASA indicaron que los escombros podrían llegar hasta la órbita del complejo que gira a unos 400 kilómetros de altura.

Según los expertos, con el creciente tráfico de satélites que están circundando el planeta, la colisión era algo que iba a ocurrir en cualquier momento y el peligro que representa un choque de ese tipo es evidente. Cualquier objeto en el vacío espacial se desplaza a unos 28.000 kilómetros por hora y una colisión con otro resulta en una desintegración total. Aunque la NASA asegura que el riesgo es mínimo, un portavoz de la agencia espacial manifestó que en cualquier caso los ocupantes de la EEI podrían realizar una maniobra para alejar al complejo del derrotero que siguen los escombros.

"Estamos tratando de comprender exactamente la verdadera magnitud de la nube de escombros", dijo Kelly Humphries, portavoz del Centro Johnson de Vuelos Espaciales en Houston (Texas). La posibilidad de un choque con la EEI también fue descartada por la agencia espacial rusa Roscosmos, que aseguró que no ha registrado la pérdida de ningún vehículo operativo en el espacio.

El peligro que representan los escombros espaciales fue planteado el año pasado por la NASA cuando sus ingenieros preparaban la misión, después aplazada, del transbordador Atlantis para reparar el telescopio Hubble. Durante esa misión, que posiblemente se realice este año, dos astronautas realizarán cinco caminatas durante las que instalarán nuevas baterías, cámaras y giroscopios para permitir que el observatorio continúe su tarea lejos de la distorsión atmosférica. En esos momentos, cualquier impacto, desde un minúsculo meteorito, hasta un trozo de nave espacial que vaga eternamente en el espacio podría ser fatal. A diferencia de las misiones a la EEI en las que los caminantes contaban con el recurso de regresar al complejo en caso de emergencia, en esta ocasión sólo estará junto a ellos el transbordador y el Hubble no tiene espacio para ellos. Tampoco contarán con la asistencia que pudieran proporcionarles sus colegas desde la EEI. Pero las autoridades de la NASA aseguran que se tomarán todas las medidas para afrontar una emergencia y siempre habrá otro transbordador listo para auxiliar al Atlantis.

Lo que está fuera de su control son los más de 100.000 trozos o escombros que pululan por el espacio y que son todavía más abundantes en la órbita del Hubble. Se trata de restos de naves, tornillos, trozos de satélites y otros objetos cuyo tamaño va desde unos pocos milímetros hasta varios metros, y que comenzaron a acumularse desde 1965, cuando el astronauta estadounidense Ed White, el primer caminante espacial, perdió un guante de repuesto durante su paseo extravehicular. "Con la velocidad con que se desplazan esos objetos cualquier impacto en la nave podría ser catastrófico. Ése es nuestro mayor peligro", dijo John Shannon, director del programa de transbordadores. Shannon indicó además que durante el año pasado, la basura espacial aumentó con la desintegración de un satélite ruso de vigilancia, el derribo por la Marina de EEUU de un satélite espía y una prueba antisatélites china.

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