Sociedad

El exceso informativo sobre productos 'sanos' confunde al consumidor

  • Las personas se sienten confusas a la hora de incorporar un hábito saludable a su vida debido a la contradicción de los mensajes que alertan de sus efectos negativos y los que incitan a su puesta en práctica

¡Qué bueno que los médicos digan que tomar vino con la cena estimula el sistema circulatorio! Pero cuidado, ese mismo consumo diario podría provocar una enfermedad coronaria, según dicen otros. Bueno, al menos puedes disfrutar de un poco de chocolate después, que también aumenta no sólo la circulación corporal, sino la cerebral también. ¡Pero espera! Contiene pocos elementos alimenticios y mucho azúcar y grasa. No pasa nada. Para quemar esa grasa, vete al gimnasio, pero ojo con las pesas porque podrían hacer daño a la espalda... Si realmente queremos tener una vida más sana, ¿por qué es tan difícil obtener información clara? ¿Cómo se pueden llegar a entender tantos datos?

Robert F. Dyer, experto en marketing y consumismo de la Universidad de George Washington, y José Miguel Perea, nutricionista y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, lo achacan a una avalancha de información. Y, para Perea, esto, combinado con otros factores, como los intereses de las empresas privadas que producen muchos de los datos que salen en las noticias y la tendencia de la gente a quererlo todo fácil, hace que nos perdamos en la búsqueda de información fiable.

El deseo popular de contar con un producto milagroso o con una receta mágica distorsiona la idea correcta de lo que define una buena dieta. "La dificultad estriba en que como todo está mediatizado por la publicidad, hace que [la idea] se deforme", dice Perea. "La industria está intentando dar una idea de que una buena dieta se consigue con un producto. Pero no es así. Es el conjunto de productos que se toman lo que hace que una persona coma bien o coma mal". Dyer está de acuerdo con que hace falta un equilibrio. "En muy pocos casos [un producto] va a ser un éxito total", afirma.

Irónicamente, parece que la sencillez de una dieta sana aburre a la gente, la cual, según Perea, quiere algo más interesante. "Decir que hay que comer legumbres, arroz, una ensalada, un poco de pan, un postre de fruta y este tipo de productos básicos que no son espectaculares no llama la atención a la prensa", destaca.

¿Pero cómo los consumidores perdidos van a encontrar el rumbo cuando es tan fácil exagerar los hechos? Perea pone un ejemplo de cómo las empresas manipulan las conclusiones para sacar una publicidad sin que los científicos puedan hacer nada. Él trabajaba con una organización que quería ver si era posible llevar una dieta equilibrada a la vez que se consumía cerveza, lo que fue comprobado. Sin embargo, los resultados no fueron explicados de esa manera. "Es completamente cierto", asegura Perea, "pero claro, si uno luego se dice que es la cerveza la que hace que la dieta sea equilibrada... estamos confundiendo".

Afortunadamente, el nuevo Reglamento 1924/2006 está acabando con tales matices, pero lentamente. Esta ley, según la revista de la Empresa Nacional Mercasa Distribución y Consumo, exige que la publicidad de un alimento que pueda ser interpretada como una declaración nutricional necesita cumplir unos requisitos: no ser falsa, ambigua o engañosa, no dar lugar a dudas ni alentar el consumo excesivo, así como evitar las alusiones a los cambios corporales. Además, sólo están permitidas las declaraciones que se refieran a nutrientes digeribles en cantidades considerables y cuyas cualidades puedan ser entendidas por el consumidor medio.

¿Hay algo más que podamos hacer para protegernos de la continua distorsión? Perea propone armarnos con la información desde la infancia. "En plan filosófico diría que lo que falta es educación de base".

La información moderada como parte de una asignatura en los colegios ayudaría a los niños, opina, porque les daría una educación que les permitiría elegir más tarde de mayores.

Y por supuesto no se puede olvidar que uno de los recursos más importantes lo tenemos de toda la vida. "Lo que impera en todo esto es la moderación y el sentido común. Creo que de esto falta mucho", puntualiza Perea.

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