Sociedad

Los oncólogos pediátricos reclaman más investigación

Pinturas en  las habitaciones de Oncología Pediátrica del Hospital Torrecárdenas de Almería.

Pinturas en las habitaciones de Oncología Pediátrica del Hospital Torrecárdenas de Almería. / JAVIER ALONSO

Los oncólogos pediátricos reclaman más investigación, porque en las últimas dos décadas se han aprobado menos de 20 tratamientos específicos para el cáncer infantil, y también una mejor formación de los profesionales para incrementar las tasas de supervivencia de sólo el 20% que sufren los países pobres.

El Centro de Convenciones Internacional de Barcelona (CCIB), gestionado por Fira de Barcelona, acoge desde este miércoles y hasta el sábado el Congreso Anual de la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica (SIOP), que reúne a más de 3.300 especialistas de 135 países para debatir, compartir conocimientos y avanzar en el tratamiento contra el cáncer para niños, adolescentes y adultos jóvenes.

Este congreso híbrido (presencial y en línea) cuenta con un extenso programa con más de 162 sesiones científicas y la presencia de 135 ponentes internacionales.

El cáncer infantil afecta a 1.400 niños y adolescentes españoles, con unas tasas de supervivencia del 80% en España gracias al alto grado de especialización y conocimiento de los centros del país, pero las cifras se invierten en los países pobres.

África, Asia y Latinoamérica concentran el 80% de los cánceres infantiles de todo el mundo, lo que, en un tipo de enfermedad que no está relacionada con factores ambientales o estilo de vida, se explica simplemente porque es donde hay más niños y, desgraciadamente, a un porcentaje de ellos les toca esta desdicha.

Y con el 80% de los casos, en los países pobres sólo sobreviven el 20% de los enfermos, ha lamentado este miércoles el director asistencial del Pediatric Cancer Center Barcelona del Hospital Sant Joan de Déu y miembro del comité organizador del congreso del SIOP, Andrés Morales.

"En países pobres, muchos de los casos ni siquiera se diagnostican y fallecen, y otros tienen que abandonar el tratamiento por falta de recursos o dificultades de acceso", ha destacado el oncólogo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha marcado como objetivo para 2030 elevar esta tasa de supervivencia al menos hasta el 60%, algo que, para Morales, "no sólo es realista sino necesario".

Para lograrlo, hay que mejorar el acceso a las pruebas diagnósticas y a los tratamientos, algo no exento de dificultades, pero otro punto clave y "menos difícil" es la formación de los doctores.

"A menudo no hay profesionales con las competencias necesarias y congresos como éste en Barcelona ayudan, porque se pueden adaptar tratamientos a países con menos recursos y aprender a usar mejor la quimioterapia o la radioterapia", ha detallado Morales.

También es importante la formación en lo que se conoce como el tratamiento de apoyo, esencial para evitar complicaciones derivadas de la terapia principal contra el cáncer, ya que en países pobres "muchos niños no fallecen de la enfermedad sino de las toxicidades del tratamiento".

En el caso de España, el nivel formativo es elevado pero la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas reclama desde hace tiempo que en el MIR de pediatría haya una segunda fase para la especialización de oncología pediátrica.

En cuanto a la investigación, en las últimas dos décadas se han aprobado menos de 20 tratamientos específicos para el cáncer infantil.

Al ser una enfermedad rara, "no está priorizada" en la inversión privada y pública, a pesar de que incluso puede llegar a ser rentable con una perspectiva de largo plazo.

"Si un niño sobrevive a un cáncer y se reincorpora a la vida cotidiana, al cabo de unos años va a trabajar y va a aportar recursos a través de impuestos, así que se estima que por cada euro invertido en cáncer infantil, tres euros regresan al sistema", ha destacado Morales.

Actualmente, un tercio de los niños que sobreviven al cáncer presentan secuelas significativas derivadas del tratamiento, por ello es fundamental ampliar la investigación, ya no sólo para mejorar la efectividad de los tratamientos y curar más, sino también para reducir la toxicidad y, en consecuencia, las posibles secuelas para unos menores que, superado el cáncer, tienen muchos años de vida por delante.

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