Tres cartas con una fecha de nacimiento decoran una de las piernas de Bárbara Jiménez. Una jugadora de póquer que se hizo ese tatuaje mucho antes de decidir sumergirse en este complejo e implacable juego de cartas. "Empecé en el modo online y con amigos", revela esta granadina de nacimiento y tomareña de adopción. Y reconoce que "al principio no me lo tomaba en serio", aludiendo a sus comienzos hace tres o cuatro años.

Ahora, con 29 años, está ante el mayor reto de su trayectoria como jugadora de póquer: el PokerStars Festival Marbella que se celebra en la localidad malagueña hasta el 10 de junio. "Voy a disfrutar y aprender", explica con humildad Bárbara, la cual participa en un torneo que repartió medio millón de euros en premios el pasado año. Y, aunque afirma que "todo jugador piensa en el premio", comenta que "no es una obsesión mientras estoy en la mesa de juego".

El tapete es su hábitat en varios momentos de la semana, pues visita normalmente el Casino Admiral de Tomares, donde dice sentirse "como en casa" y "jugar más tranquila" que en otros lugares. Su ordenador y el tapete virtual completan sus horas de juego, aunque prefiere estar presencialmente porque estudia "gestos y posturas" de los rivales. Unos adversarios que, normalmente, son hombres. "Cuando empecé era casi la única chica", comenta aludiendo a la progresiva inmersión de las mujeres en este juego convertido en negocio.

Bárbara, que trabaja en una perfumería y en el sector cosmético cuando no está entre rojas y negras, revela su personalidad como jugadora a través de varios apuntes. Su mano preferida es "una dama y un dos" y cuando se le pregunta por la suerte es tajante: "no creo en los amuletos y la suerte sólo existe a corto plazo". Por ello, ve su participación en el torneo marbellí como la recompensa a una mejora que hace bueno el refrán: poco a poco se llega lejos.