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Convivencia escolar
Los conflictos constituyen una de las preocupaciones más importantes de docentes, tutores, orientadores, padres e instituciones educativas y una problemática demasiado frecuente. Esta puede generar un clima que dificulte el proceso de aprendizaje y la convivencia escolar. Además, resulta perjudicial para el bienestar físico y emocional de los estudiantes.
Para saberlos gestionar es importante conocer los diferentes tipos que existen, cómo anticiparse a ellos y, en caso de que surjan, saber abordarlos de la forma más equitativa posible.
En principio, según señala la Universidad en Internet (UNIR), los conflictos escolares pueden englobar la confrontación entre iguales, es decir, entre los propios alumnos, o también entre estudiantes y docentes. Para evitarlos, es fundamental tratarlos de forma adecuada, con el objeto de que no alcancen una dimensión mayor y acaben en situaciones de bullying.
La misma entidad apunta que existen tres tipos de conflictos: los comunes, aquellos que surgen de manera habitual y no tienen un alto impacto social, como el incumplimiento de normas, faltas de respeto, destrozo de material, absentismo escolar, etc. En esta tipología se incluye el maltrato verbal, que recoge los insultos, las burlas y otras faltas de respeto verbales.
Ante estas acciones, la UNIR aconseja que el docente actúe con diligencia para encontrar una solución y evitar que se sigan produciendo por muy leves que resulten.
Por otro lado, existen las conductas disruptivas en el aula, que hacen referencia al clima constante de conflictividad provocado por uno o varios alumnos que presentan problemas conductuales, ya sea por causas personales, sociales, académicas o médicas y que impiden el normal desarrollo de los procesos educativos.
Por último, están las conductas antisociales. Estas se refieren a los denominados casos graves o muy graves, es decir, donde existe maltrato físico y violencia. Normalmente, exceden al ámbito educativo y tienen lugar en otros entornos sociales. Por ejemplo, peleas a la salida del centro.
Conductas disruptivas: Hacen referencia al clima constante de conflictividad provocado por uno o varios alumnos
Hay que tener en cuenta que cualquier tipo de maltrato psicológico, verbal o físico que se produce en el centro educativo de forma reiterada es considerado acoso escolar. Lo que constituye uno de los conflictos más comunes en las aulas y se puede combatir con educación y una intervención eficaz.
¿Cómo resolver los conflictos en el aula? Según la UNIR, los protocolos de gestión deberían estar dirigidos por los docentes o profesionales educativos que estén siendo testigos del clima de conflictividad generado en clase.
En primer lugar, se recomienda escuchar activamente a todas las partes implicadas, para tener una imagen representativa fiel del problema que causa esa conflictividad. El profesor o la persona que interviene en esta resolución ha de actuar como un mediador, por lo que ha de ser imparcial.
El siguiente paso consiste en poner en situación a las partes enfrentadas, para que cada una de ellas exponga su punto de vista y así se escuchen activamente y se enteren con claridad de la versión de cada una. El mediador, en el tercer paso, ha de clarificar las ideas expuestas y facilitar un acuerdo entre las personas en conflicto. Si estas no son capaces de aportar nada, el mediador puede ayudar a alcanzar alguna solución posible. La fase final es el acuerdo conseguido por las partes en conflicto y meditar sobre ello para evitar que vuelva a suceder.
Es recomendable generar un buen ambiente en clase y aplicar refuerzos positivos ante conductas positivas
Desde la universidad, se recomienda mantener también una correcta coordinación con el conjunto del profesorado para definir una estrategia común frente al origen del conflicto y, si es necesario, buscar apoyo en la familia del estudiante que genera este malestar general. Así, se trabajará en grupo para alcanzar una solución a esta situación.
Además de la resolución de conflictos a través de la mediación, hay que complementar esta práctica con la educación de los alumnos, señala la UNIR. Es importante promover en clase relaciones de solidaridad y cuidado mutuo entre estudiantes.
Para la prevención de conflictos escolares es recomendable emplear ciertas prácticas con los alumnos como generar un buen ambiente en clase, aplicar refuerzos positivos ante conductas positivas, fomentar el diálogo, mejorar las habilidades comunicativas, preparar a los alumnos en la gestión de conflictos y usar técnicas de trabajos colaborativos y de participación.
De esta forma, el alumnado aprenderá y crecerá con una base educativa focalizada en el respeto y tolerancia hacia los demás y estará más lejos de crear situaciones conflictivas en el aula, concluye la UNIR.
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