Huelva

Exmenas encuentran en Huelva una oportunidad para forjarse un futuro

  • La Casa de la Buena Madre, cedida por Los Hermanos Maristas a Cáritas, acoge a cuatro jóvenes, de entre 18 y 20 años

Exmenas en la Casa de la Buena Madre de Huelva.

Exmenas en la Casa de la Buena Madre de Huelva. / Josué Correa (Huelva)

Ex menas (Menores Extranjeros no Acompañados) encuentran, gracias a Cáritas, una oportunidad en Huelva para forjarse un futuro. La Casa de la Buena Madre, cedida por los Hermanos Maristas, acoge a cinco jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y 20 años. En ella los chavales conviven y se forman para poder tener una vida independiente.

Tres de los jóvenes llevan un año y medio en la denominada Casa de la Buena Madre; el cuarto, procedente de Marruecos, lleva poco más de un mes, fue derivado de la Casa Santa María de Cáritas, y el quinto no responde al perfil, forma parte de otra realidad, es cubano y estaba estudiando en Huelva cuando llegó la pandemia. Lleva seis meses viviendo en el inmueble, una casa de planta baja.

Álex, que así se llama el joven cubano, subraya que “está siendo una ayuda para terminar los estudios, me da la oportunidad de permanecer aquí y seguir estudiando”.Sonia Román, técnica responsable de este proyecto de Cáritas, explica que “Álex vino a Huelva a hacer un máster, con la Covid se quedó desubicado y estará aquí hasta que termine sus estudios”.

La técnica de Cáritas se encarga de hacerles el seguimiento a los chavales, va varios días a la semana, pero los jóvenes viven solos. Se les matriculó en centros educativos para que se formen. “Son conscientes de que este tipo de recursos son pocos y han entrado en la casa con mucha ilusión y ganas”.

Román, que se encarga de supervisar la formación de los jóvenes y cómo va la convivencia, subraya que desde el primer día la Casa de la Buena Madre “está funcionando según lo previsto y con los objetivos marcados por ellos”.

Comenta que ellos mismos se organizan sus menús y cuadrantes, “se reparten las tareas del hogar: la limpieza, la compra, la elaboración de las comidas... Yo superviso que se cumpla con el cuadrante y que la casa esté perfecta”.

Señala que no hay un tiempo máximo establecido de estancia en la vivienda unifamiliar, todo depende de cada proceso individualizado, de la situación de los jóvenes, de los progresos que realicen, de sus estudios y de su documentación.

En la Casa de la Buena Madre hay ocho plazas, de las cuales cuatro son para procesos de larga estancia y las restantes, para corta estancia o de emergencia social, con un plazo máximo de tres meses.

Los usuarios proceden de centros de menores o de otros recursos de acogida. Los de corta estancia permanecen en la vivienda hasta que son derivados “a recursos más permanentes”.

Dos de los ex menas aprobaron Secundaria y estudian un grado medio de Cocina en el Virgen de Belén y los otros dos estudian Secundaria. Ellos permanecerán en la Casa de la Buena Madre hasta que se independicen. “A pesar de la dificultad con el idioma aprende superrápido. Van aprobando todo, es sorprendente las ganas que le ponen”, destaca la técnica.

Cuando se matriculan se les da una clase de refuerzo del español “para poder integrarse y realizar una vida autónoma”.

Resalta que son unos chicos “responsables, se adaptan a las normas, colaboran en todo, está siendo muy fácil con ellos, tienen las ideas muy claras, se les da una oportunidad y la aprovechan y exprimen todo lo que pueden”.

Adulai, de Guinea Bissau, está haciendo el grado de Cocina y es el que se encarga de hacer de comer en la vivienda. Lo que más le gusta es elaborar los postres. El joven asegura que el idioma “no está siendo mucho problema”. El quería venir a España para estudiar y encontrar un trabajo, ya que en su país “era imposible” estudiar, “los niños no van al colegio”. Él quiere ser cocinero.

Manifiesta que la idea que tenía de España era diferente, “no es todo tan bonito y tan fácil”. Lo que más echa de menos es a su familia.

Mohamed, de Guinea Conakri, está estudiando Secundaria, quiere ser conductor de camión. Apunta que la idea que tenía de España y la imagen que se había formado de ella a través de lo que veía en televisión “es diferente”.

Cheikh, de Senegal, también estudia Secundaria, considera que “no es complicado”, y aparte el idioma no le supone un obstáculo. Le gustaría ser electricista, es un manitas y hace arreglos en la casa.

La técnica responsable de este proyecto subraya que “se llevan bien y se organizan bien”.

Aparte, por la Casa de la Buena Madre, que lleva funcionando casi dos años, ha pasado un joven por un periodo de corta estancia, y otro, que ya se ha independizado. “Se fue con permiso de residencia y trabajo, con su contrato y su dinero ahorrado”, recalca Román. Se sacó la Secundaria y se ha matriculado en el grado de Cocina, “está estudiando y trabajando. Ojalá todos salgan como él, con sus estudios y su trabajo”.

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