CRÍTICA VIDEOJUEGOS

Asesinato en arte mayor

Assassin´s Creed II | Ubisoft | 69,95€ | +18 | Xbox 360 - PS3 - PC

Del asesinato considerado como una de las bellas artes, era el título de la pequeña obra maestra del humor negro pergeñada por el escritor británico Thomas de Quincey, que fue capaz de socavar las bienpensantes mentes ilustradas del XIX. Pocos recuerdan hoy aquel opúsculo brillante, pero casi nadie ha olvidado el videojuego de Ubisoft que tantas expectativas despertó hace un par de años.

 

Con una insólita alquimia de ciencia ficción a lo Philip K. Dick y bestseller de Ken Follett, Assassin's Creed resumía la historia de Desmond, un camarero apresado por la cronenbergiana corporación Abstergo, con objeto de ser utilizado para encontrar un objeto perdido durante las cruzadas mediante el Animus, una máquina capaz de descifrar y representar su memoria genética en un entorno de realidad virtual jugable.

 

En aquel caso se revivieron las aventuras de Altair, un asesino envuelto en un complot perpetrado por los templarios a finales del siglo XII en las tierras de Damasco, Acre y Jerusalén. Sin embargo, a pesar de los impresionantes gráficos y la enciclopédica labor de documentación llevada a cabo para resucitar la antigüedad a los mandos de nuestras consolas, en un efecto promocional semejante al ocurrido con la primera entrega de Killzone, la mecánica algo repetitiva del juego en contraste con la expectación creada ocasionó que dejara una molesta impresión de producto a medio gas; molesta no tanto por el resultado, más que apreciable, sino por lo que en su infinito potencial pudo haber llegado a ser.

 

Pero, milagros de la demanda, dos años más tarde ese producto que pudo haber sido, resulta que es. Ubisoft vuelve a la carga con una segunda parte que continúa la historia original, introduciendo grandes cambios en la dinámica del juego, dispuesta en definitiva a enmendar sus propios entuertos y devorar las expectativas del público gamer de un solo bocado.

 

En esta ocasión manejaremos a un Desmond ya conocedor de la existencia de dos facciones que aún en la actualidad luchan por controlar el mundo: templarios y asesinos. Así las cosas, y en una renovada reflexión sobre el papel del destino manifiesto en el videojuego , su cerebro deberá hurgar en las experiencias pretéritas de Ezio Auditore, un nuevo antepasado italiano que vivió en Florencia en el siglo XV. Pronto descubrirá que su vida en la alta Edad Media fue una pieza fundamental en el puzzle que con cada entrega Ubisoft nos configura, forjando exponencialmente una mitología deslumbrante en cada matiz escenográfico, departamento técnico, mecánica de juego y sintagma narrativo.

 

Desde luego no son exagerados los rumores de producción cinematográfica al canto: el argumento, capaz de convertir a Leonardo da Vinci en un intelectual subversivo a las fuerzas del orden (recordemos, con ejemplos tan elocuentes como el de la demonización literaria del otrora filántropo cardenal Richelieu, que Alejandro Dumas basaba muchas de sus ficciones en interpretaciones libérrimas de personajes históricos), tiene todo lo necesario y más aún para convertirse en un éxito equivalente a Avatar (James Cameron, 2009), en épica, estructura alambicada del punto de partida y esquematismo de libro en su desarrollo. Asimismo nuestro título, ambientado en escenarios de realismo deslumbrante como la plaza San Marcos de Venecia o el Duomo de Florencia, contiene la pertinente documentación verídica de cada entorno y detalle, de cara a satisfacer al jugador interesado en el aspecto histórico de los hechos.

 

Assassin's Creed II es, seamos subjetivos e incorrectos, uno de esos juegos que deja en evidencia a aquel dispuesto a convertirlo en objeto de chanzas, pataleos y críticas venenosas, pero por encima de todo, este diseño en arte mayor remite a una descripción directa, mordaz, de lo que históricamente el ser humano ha demostrado ser: un asesino amoral y despiadado, cuyos altos valores para justificar la exterminación han sido poco más que instintos depredadores con piel de cordero. Con tales planteamientos, no cabe duda de que, si bien es obvio que no se trata del primer videojuego  histórico (nuestra producción nacional, sin ir más lejos, lanzó recientemente la muy destacable The Abbey, a su vez remake del clásico, también español, La abadía del crimen), sí que hace remontar un género tan poco dado a grandes éxitos como lo es el western (también histórico, a su manera, y en cierto modo Assassin's Creed II también es un western), confirmando esta saga en concreto como un referente a seguir en la próxima década: scifi, drama, acción frenética sin (apenas) tregua en la antigua Europa, jugabilidad prodigiosa, ontología de bote y un espectáculo gráfico de momento inmejorable.

 

Sin duda, un juego que hará historia.

más noticias de TECNOLOGÍA Ir a la sección Tecnología »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios