TV-Comunicación

José María Íñigo: "Pilar, la hermana de Franco, aseguraba que veía mis programas"

  • Recuperamos la entrevista que este periódico hizo a José María Íñigo en 2007, tras haber sufrido una lesión que le retiró unos meses antes del programa 'Supervivientes'

José María Íñigo, en una imagen de 'Supervivientes'.

José María Íñigo, en una imagen de 'Supervivientes'.

Después de haber sido 'descubierto' para muchos jóvenes en El show de Flo (2002), acabó muy mal en la anterior edición de Supervivientes, el pasado verano. Pero no porque se peleara con alguien, sino porque se lesionó del talón. No ha vuelto a la selva telerreal y, fiel a su carácter emprendedor, no para en sus proyectos de toda índole, como sus libros 'Ahora hablo yo' o el reciente 'La tele que yo he vivido'.

-Usted lo podría corroborar o no, ¿es real el sufrimiento de los concursantes de Supervivientes? -Claro. Sufrimiento para ellos y para todo el equipo. Fue una experiencia muy dura para todos. Yo me rompí el hueso del talón y estuve dos meses en silla de ruedas, otros dos meses con una muleta, y todavía me resiento de la lesión. Si a eso le añadimos el calor extremo y todas las molestias del mundo, los propios espectadores pudieron ser testigos de cómo perdí 15 kilos.

-¿Por qué no han contado con usted en la siguiente edición? -Pues no lo sé.

-¿Qué concepto tiene de este programa? -Tiene los ingredientes para tener éxito. Es un programa muy entretenido y no es un reality que molesta, ni busca porque sí el morbo de pelea. Supervivientes pone a prueba no sólo la supervivencia física, sino la emocional.

-Observo que es partidario de formatos del nuevo siglo, como el 'reality'... -No, sólo me gusta Supervivientes. Gran Hermano, por ejemplo, no.

-¿Qué ha estado haciendo estos meses posteriores a la convalecencia? -Los espectadores me pudieron seguir en el programa de monólogos de Flo, en La Sexta, donde también he intervenido como invitado. He grabado un episodio de Planeta Finito en el que descubrimos Estocolmo y creo que se emitirá en mayo. Y por supuesto estoy todos los fines de semana en Radio Nacional, en No es un día cualquiera con Pepa Fernández, donde llevo seis años. Aunque no he estado todos estos años en el primer plano de la pequeña pantalla, no he parado, con mis revistas, Viajes y vacaciones u Hoteles en el siglo XX, por ejemplo.

-Fragmentos emitidos en programas como 'Hormigas blancas' han destapado los recuerdos de su pionero 'Estudio abierto' en la Segunda Cadena, precursor, en cierta media, del 'late-show' en España...

-Supongo que sí, que debe ser considerado el primer intento de hacer un late-show, porque llegábamos a terminar a la una de la madrugada, cuando la emisión solía cerrarse antes de la medianoche. En Estudio abierto se emitieron las primeras tertulias en España.

-En 'Estudio abierto' o en 'Directísimo' fue el primero en presentar personajes anónimos, pero sorprendentes. Antepasados de tantos friquis que inundan ahora la pantalla ¿se siente culpable? -Yo diría que entonces no llevábamos personajes friquis, sino pintorescos. La diferencia además estaba en el tratamiento que se les daba. Siempre entrevisté con mucho respeto y eso se echa en falta en programas actuales.

-A Franco le gustaban mucho sus programas, que tenían ese componente semiclandestino, de libertad de expresión. -Su hermana Pilar así lo aseguraba. Franco veía con atención mis programas, tal vez le gustaba la osadía de nuestro equipo...

-Sus orígenes televisivos, que van a cumplir 39 años, se encuentran en un programa musical 'Último grito', de contenidos impensables en el franquismo. -Era rompedor y fue donde realmente se inventó el videoclip. Sus realizadores eran Iván Zulueta y Pedro Olea, dos grandísimos directores de cine.

-Ya en la democracia usted conducía 'Martes noche... fiesta y después el ómnibus dominical 'Fantástico', donde existía mucha interactividad con el espectador. Eran shows adelantados a su tiempo... -Sí, los concursos y muchas secciones como el ¿Y usted qué saber hacer? o el Punto de mira han seguido vigentes muchos años después. La televisión es cíclica.

-Allí usted fue el pionero en emitir 'pressing catch', El Xondo. Yo me quedé con las ganas de que me atendiera El Conseguidor, bisabuelo de 'Sorpresa, sorpresa'... -Vaya. Lo curioso fue que el término de El Conseguidor pasara a ser utilizado por los políticos.

-Entrevistó a muchos personajes de relieve, pero ¿con quién se quedó con las ganas de tenerlo en el plató? ¿y cuál fue la más satifactoria? -No pude entrevistar a Salvador Dalí. De las que hice me quedo con el astronauta Neil Armstrong. Del atisbo de decrepitud en que se encontraban me sorprendieron, Johnny Weismuller (se puso a dar alaridos tarzanescos en Directísimo) o Rita Hayworth.

-Fue el centro de las iras de un periodismo precursor de lo que abunda ahora y, por ejemplo, no había semana en que no saliera en la revista 'Sal y pimienta'... -Es normal que exista una tirria especial con los que están arriba. En la revista que usted dice, que duró apenas un par de años, se decía que a Íñigo se le veía salir con una rubia, que no era su mujer, de un hotel. La rubia era una prima, que trabajaba conmigo de secretaria y la oficina se encontraba en el edificio donde estaba un hotel. Lo importante para aquella revista era difamar.

-¿Le gusta la televisión actual o prefiere la de los años 70? -Creo que en los 70 se hacía una mejor televisión porque era más imaginativa, había menos medios.

-¿Con qué programas se queda de la parrilla actual? -Yo veo CSI, Hospital central. Me gusta especialmente 59 segundos.

-No le pregunto ni por Uri Geller (ahora en España) ni por el pendiente de Lola Flores... -Pues no sabe usted cómo se lo agradezco.

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