En los últimos cinco años, Telecinco ha resuelto en su franja matinal todo tipo de pleitos gracias a De buena ley, un formato que permitió, mediante conceptos sencillos, ahondar un poco más en la terminología jurídica. Sin embargo, Telecinco ha decidido poner fin al programa que conduce Sandra Barneda y que debutó en la pequeña pantalla el 4 de mayo de 2009, por aquel entonces dirigido por Alberto Herrera.

La decisión de la cadena tiene mucho que ver con sus pretensiones de renovar esa franja horaria de cara a la próxima temporada; y baraja algunas alternativas para sustituir el hueco que dejará el espacio de Barneda a mediados de septiembre, ya que hasta entonces se seguirán emitiendo los programas que están grabados.

Entre las posibilidades para ocupar la franja de acceso a la sobremesa diaria de Telecinco no se descarta incorporar al cocinero vasco David de Jorge con el programa culinario Robin Food. Su capacidad comunicativa, simpatía, naturalidad y cercanía con el público guiarían al espectador por la mejor gastronomía, junto a la colaboración de chefs prestigiosos. La cadena tiene pensado recuperar la esencia y las maneras del formato de Karlos Arguiñano, que durante años lideró esta misma franja horaria hasta su fichaje por Atresmedia en Antena 3.

De buena ley empezó a dar coletazos el pasado mes de febrero, momento en el que Telecinco decidió retirar el programa durante la semana de San Valentín para darle mayor protagonismo a Mujeres y hombres y viceversa. Realmente, el objetivo que pretendía la cadena con este proceder era averiguar hasta qué nivel llegaba la aceptación y fidelidad de los espectadores del programa de Sandra Barneda. El resultado reveló que, sin el espacio de Big Bang Media, el informativo de Telecinco perdió 2,6 puntos de audiencia media y empeoró el share de los tronistas.

A pesar de estas conclusiones, De buena ley ha ido perdiendo adeptos paulatinamente. Esta tendencia negativa, sumada al deseo de la cadena por renovar la parrilla y darle mayor protagonismo a espacios culinarios, han acelerado la principal debacle del programa de resolución de litigios.