La burbuja de las series ¿cuándo podría estallar?
En lo que va de año las distintas plataformas que operan en nuestro país han estrenado 64 series de ficción. A ellas habría que añadir las series diarias que se pueden ver, con gran éxito, en la sobremesa de las cadenas principales. Hace solamente doce años, el número de ficciones españolas oscilaba en la veintena.
El dato merece una reflexión. La parte positiva se la lleva el sector audiovisual, que difícilmente va a vivir una edad de oro tan prodigiosa en mucho tiempo. Incluso lejos de los polos de Madrid y Barcelona, en ciudades como Bilbao se vienen multiplicando los rodajes tanto de cine como de televisión. El sector está de enhorabuena.
Los espectadores reciben este aluvión como un maná, y se han inmunizado rápidamente ante esta avalancha de títulos. La primera consecuencia de este derroche es la pérdida de relevancia de las series, que se olvidan con la misma facilidad que se reciben. Solamente unas cuantas despuntan de entre la marea de títulos y logran recordarse una vez que pasan unos meses de su lanzamiento.
Los premios son un buen revulsivo para que estas series, si son excepcionales, queden fijadas en la memoria colectiva. Pero ya que hablamos de premios, planteemos la dificultad que tienen los votantes a la hora de elegir sus candidatos. Estos días los productores acaban de votar sus candidatas al premio Forqué a la mejor serie.
El problema estriba en que se han encontrado con un catálogo impresionante a la hora de visionar, de la A a la Z, los títulos de la temporada. ¿Quién tiene tiempo de ver semejante oferta para votar con juicio y ecuanimidad?
Si los profesionales tienen problemas con este extremo, no hablemos ya de los espectadores, que no dan abasto. La burbuja puede explotar próximamente.
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