Elena Ortega

"Es sorprendente cómo te puedes adaptar a lo extremo"

  • Cuatro estrena esta noche una serie con los españoles repartidos por los lugares más peligrosos del planeta.

Un paisano viviendo en una choza en el chileno desierto de Atacama, el lugar donde menos llueve de todo el planeta, y que cuando conecta la batidora se queda sin energía eléctrica para el resto del día. Con razón se preguntaría ¿Qué hago yo aquí ? la serie de reportajes que estrena hoy Cuatro y que repasa los lugares más extremos del globo a través de los españoles que allá se encuentran. Elena Ortega (Reporteros, Mientras duermes) los visita.

-Usted está tomando ahora un café en el Paseo de la Castellana. Qué aburrimiento, dirá. La civilización no le puede sorprender.

-Eso es lo que piensas cuando llegas a Barajas después de hacer uno de estos reportajes. Tienes unas ganas tremendas de 'aburrirte' en la civilización.

-De todos los lugares extremos visitados ¿Cuál ha sido para usted el más peligroso?

-Ciudad Juárez, en la frontera de México, donde encuentras cadáveres acribillados por la calle. Dos coches flanquearon el vehículo en el que íbamos. Los sicarios nos dejaron marchar después de comprobar que se habían confundido con unos que andaban buscando.

-¿Y dónde dijo "esto de verdad que no lo soporto"?

-En Siberia. Soy una friolera que alucinas. No iba a soportar 40 grados bajo cero, pero cuando llevas tres días en esas condiciones, al final te adaptas. Es sorprendente.

-¿Qué puede hacer un español en Siberia?

-Hemos conocido a un chica que estudia las tribus siberianas. Y convive con ellas en lo más perdido de la estepa. Come lo que ellos comen, hígado crudo de caballo, por ejemplo, y una botella de vodka al día. En Siberia te puedes llevar una hora vistiéndote porque te debes poner cinco capas de ropa. Allí hallamos un matrimonio de 32 años, con 7 hijos, que dejaron Barcelona para dar ejemplo a los demás de familia. No es el perfil de gente que emigró para vivir el chollo de su vida.

-¿Y cómo es morirse de calor?

-Horrible. En Atacama encontramos a Pedro, que trabajaba en El Corte Inglés. Le dio la ventolera y se fue a recorrer Sudamérica. Se enamoró de una indígena del desierto y vive en una casa de adobe y paja, con hora y media de luz artificial, la que genera su panel solar. Peor es el calor húmedo del Amazonas, en lo más profundo de la selva, con mosquitos como elefantes, a doce horas en barco del primer pueblo.

-También ha estado en Chernobil ¿No está deshabitado?

-En los alrededores viven unas mil personas. En la central se está construyendo un segundo sarcófago para cubrir las grietas del primero y allí trabaja un español. Le preguntamos si tenía miedo de estar en esas condiciones y nos explicó que se mentaliza para trabajar como si estuviera en cualquier otra parte.

-¿Usted se cambiaría por alguno de los que ha visitado?

-Me gustaría ser como Pilar, la monja de 70 años que vive con una tribu en el Amazonas. Es admirable. Fuerte, vital, alegre.

-Si le dicen que debe quedarse sentada en una redacción...

-No podría. Entre Antena 3, Telecinco y Cuatro llevo diez años de reportera. Tengo treinta años y me siento una vieja. A mí lo que me gusta es bichear, la calle, compartir experiencias y además de trabajar, disfrutar del sitio.

-¿Cuál es su fórmula?

-Ponerte en el lugar del otro. Percibir de qué quiere hablar, qué quiere enseñar y qué le gustaría ver al espectador.

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