Tierra de aventuras

Montefrío, la última frontera

  • Sus orígenes se remontan al año 1352 cuando el Alarife mayor de la Alhambra situó en este lugar estratégico el castillo La revista `National Geographic' ha impulsado el turismo.

Montefrío puede ser definido como un pueblo noble de casas blancas que se desparraman en una cascada de espuma sobre una ola de roca donde se sitúa la iglesia de la Villa. De calles pintorescas llenas de flores y escudos de nobles linajes recuerdan sus raíces de villa de frontera. La antigua Iglesia, majestuosa y pétrea, contempla el horizonte desde el cerro de la Encarnación y no olvida que antes fue fortaleza.

Sus orígenes se remontan al año 1352 cuando el Alarife mayor de la Alhambra situó en este lugar estratégico el castillo. Sirvió su cometido durante más de cien años como fortaleza de frontera, valioso en la defensa de Al-Ándalus hasta su toma definitiva por los Reyes Católicos en 1486. Una vez conquistada la plaza, los monarcas mandaron construir una pequeña iglesia que fue sustituida hacia el 1540 por la que proyectó el maestro Diego de Siloé en la que se aunaban las soluciones de gótico y mudéjar. Hoy en día este espacio mágico es el Centro de Interpretación de la Última Frontera de Al-Ándalus. Armando Diéguez, responsable del centro, comenta que ahí "está representa la vida de los pueblos de frontera, tal como era en aquel tiempo". Ya en el exterior, aún quedan restos de la vieja fortaleza, así como dos aljibes y algunos paños de la muralla que dan fiel testimonio de su pasado militar.

En compañía de Cele Cuesta, técnico de Turismo a la que aprovecho para agradecer su tiempo, descendimos hacia la ermita del Carmen, ubicación del antiguo cementerio de Montefrío, conocido como Panteón o cementerio viejo. Se conservan un total de dieciséis nichos o tumbas excavadas en la roca que posiblemente serían los panteones familiares de la clase pudiente. Se sitúa a extramuros de la antigua villa.

El paseo continua hacia el corazón del pueblo, pudiendo observar otro de los edificios nobles que posee la villa, hoy sede del gobierno municipal. La edificación data de 1787, construyéndose como casa solariega hasta 1936, quedando posteriormente desvalijada como consecuencia de la Guerra Civil. En 1942 se redactó un proyecto de adaptación del edificio destinado a casa Ayuntamiento, siendo inaugurado el 25 de mayo de 1947.

Un poco más abajo, la Casa de los Oficios, edificio administrativo del siglo XVII. Se supone que fue construida para uso público y destinada a oficios artesanales, aunque a lo largo de los años su uso ha sido muy variado. Actualmente se ubica la Oficina de Turismo.

La Iglesia de la Encarnación es una magnífica muestra del neoclásico granadino construida a finales del siglo XVII por el arquitecto Francisco Aguado según planos trazados por Domingo Lois de Monteagudo. Atrae al visitante por la majestuosidad que aporta la geometría y escala del espacio. El precedente de esta iglesia redonda se encuentra en Roma en el panteón de Agripa-Adriano.

Hay mucho más que ver en esta noble villa, pero me quedo con la postal del famoso mirador de National Geographic, con unas imágenes impresionantes. No extraña que haya sido escogido como uno de los diez pueblos con las mejores vistas del mundo.

Este municipio tiene una gran agenda festiva, siendo las fiestas Patronales del 14 al 18 de agosto en honor a la Virgen de los Remedios.

Rabo Largo llegó a la casa de Miguel siendo un cachorro, pues lo encontró atado con una soga al tronco de un olivo. Su destino sólo podía ser la muerte por sed o, como en otras ocasiones, ahorcado.

A Rabo Largo se le apareció su ángel canino en forma de jovenzuelo pues Miguel ese día iba con su padre y otros campesinos a recoger aceituna en los campos de Montefrío. Eran tiempos en el que el hambre bailaba su macabra danza por el campo granadino. Miguel, ya zagalón, ayudaba a su padre en lo que podía, que si la aceituna, pintando garbanzos o cogiendo leña del monte. Los jornales no eran muy grandes pero entre los dos podían llevar un trozo de pan y alguna que otra onza de tocino a casa.

"¿Para que iba a querer una boca más que alimentar" -pensó. No podía. No iba con su forma de ser el dejar al pobre animal y que siguiera sufriendo atado al olivo pasando sed y hambre. Lo mejor era terminar rápido con él y ahorcarlo. Así tendría un fin rápido. Los compañeros de Miguel le apremiaron para que no se entretuviera pues era hora de comenzar con el vareo del olivo.

Sus dudas tendrían que esperar pues la faena le apremiaba, así que optó por decidir qué hacer con él a la vuelta del trabajo si aún seguía ahí.

Cuando Miguel regresaba a casa, volvió a encontrarse con el pobre chucho que seguía atado al olivo pegando fuertes tirones a la soga atada a su cuello, aullando de sed y hambre. No lo pensó, actuó con presteza y diligencia corriendo para echarle un poco de agua de su cantimplora. El animal buscó el líquido elemento con ansia y mientras lamaba las manos a Miguel, éste comentó a su padre qué hacer con aquel cachorro y éste, que lo conocía bien, le dijo.

-Hijo, la decisión a ti te la dejo. Conoces las penurias de la familia y una boca más complicaría las cosas. Tu deber es cumplir con los designios de corazón pero también de la razón.

Al final, Miguel optó por llevárselo a casa pese a las críticas de sus compañeros de trabajo que en todo momento le decían de que acabara con el perro y no fuera tonto, que el animal sería una carga más.

Su padre continuó andando no sin antes mirarlo de reojo para ver como liberaba al pobre animal y lo cogía entre sus brazos. Una leve sonrisa apareció en sus labios resecos, ¡su Miguel tenía un corazón de oro!

Así es como Rabo Largo se hizo uno más de la familia ganándose bien el sustento, pues no había día que apareciera en la casa con alguna que otra liebre, conejo o perdiz en la boca para regocijo de todos.

Corría el 29 de Mayo de 1767, las campanas tocaron las doce de la mañana cuando toda la villa se encaminaba a la iglesia de la Encarnación situada en lo alto del cerro.

Estaban los vecinos de plegarias en la iglesia asistiendo a su misa dominical cuando de pronto, se levantó un fuerte viento encapotándose el cielo que presagiaba una gran tormenta. Los vecinos estaban ensimismados con los cantos y rezos al son que marcaba el cura y la tormenta arreció con gotas de agua que empezaron a repicotear en las ventanas de la iglesia. Cada vez los truenos estaban más cerca y los rugidos del aire espeluznaron a los más pequeños que comenzaron a llorar abrazados a sus madres asustadas por el ruido de los truenos. La gente empezó a ponerse nerviosa ante la magnitud que estaba tomando la tormenta.

Miguel estaba en un lugar apartado cerca de la entrada regañando a su perro Rabo Largo para que no entrara, pero el animal no hizo caso a las indicaciones y fue a buscar las caricias de su dueño como siempre hacia cuando lo encontraba sentado.

De repente, el estruendo fue brutal, las paredes de la Iglesia de la Encarnación temblaron y parte del techo cayó sobre los pobres feligreses que estaban en el centro del templo. El desconcierto fue total y una nube de polvo invadió toda la estancia. Al poco, los lamentos y gritos de terror se apoderaron de la multitud.

A Miguel los oídos le silbaban a punto de explotar y una luz segadora atravesó la estancia derribándolo contra los bancos de madera.

Poco a poco la visión en la iglesia fue aclarándose y empezó a vislumbrarse alguna gente que llena de polvo iba saliendo al exterior. Otra se afanaba en buscar entre los escombros a familiares y amigos. Pero, curiosamente, después de caer un rayo en la Iglesia de la Encarnación de Montefrío, el único que sufrió daños fue el perro de Miguel.

Pero los daños los sufrió el animalito en el rabo, que quedó seccionado por el impacto del rayo. Fue, sin duda, un milagro de la Virgen de los Remedios de forma que Rabo Largo paso a llamarse Rabo Corto, y lo que ustedes seguramente no conocen es que a partir de ese día, se dictó una bula para que los perros de la villa puedan asistir a misa sin que nadie los moleste.

Moraleja: Por algo se ha dicho que el perro es el mejor amigo del hombre.

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