Toros

Broche de oro a los festejos de la mano de jóvenes promesasEn memoria de Diego Díaz

EL punto y final a la semana de festejos colombinos lo pusieron las jóvenes promesas. Después de tres días en los que toreros y rejoneadores daban lo mejor de ellos en los espectáculos taurinos, ayer finalizaron las Colombinas de mano de los novilleros Lama de Góngora, David de Miranda y Roca Rey.

En una mañana de sol, el sorteo tuvo lugar en la sala de contigua a los corrales, tal y como ha venido siendo días atrás. Los novillos descansan en el corral. El presidente se quita el sombrero cordobés y le pide el suyo al mayoral. Los representantes de cuadrillas asignan el orden de lidia que tendrán los jóvenes toreros esa misma tarde. Luego, se procede a realizar el enchiqueramiento para que los animales puedan descansar hasta la hora de la corrida.

Horas más tarde, el ambiente en el exterior del coso de La Merced es similar al de resto de días de Colombinas. Se cierran unos festejos taurinos por los que han pasado distintas personalidades, políticos, empresarios y amantes del mundo del toro y del caballo en general. Un broche de oro a estos días llenos de emoción y pasión por el toreo y su liturgia.

SESENTA años entre corrales y chiqueros. Diego Díaz Quintero, fallecido en 2005, fue torilero durante décadas en la provincia de Huelva. De mano de familiares y compañeros recibió ayer un homenaje en la plaza de La Merced, en la que desde ya luce un azulejo en su memoria en el patio de toriles.

Nacido en 1924, heredó de su abuelo y de su padre el amor por el mundo del toro y la liturgia de la tauromaquia. Con dieciocho años comenzó a realizar las labores de torilero en el coso onubense de La Merced, presidido durante esos años por Litri.

De profesión taxista, no le importaba aparcar el coche por su verdadera pasión. "Llegó a ir hasta Francia junto a Chamaco", contaba ayer su yerno, Antonio Rodríguez Bogado, que asistió al homenaje del torilero.

Las presentes no pudieron contener las lágrimas tras las emotivas palabras del periodista Manuel Jesús Montes, y fueron Pepi y Mari Díaz, hijas del homenajeado, las encargadas de descubrir el azulejo que permanecerá en el patio de toriles en memoria de Diego Díaz, amante y apasionado del toreo.

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