Toros

Comienza la Feria del Toro

  • Desde mañana y hasta el 14 de julio, encierros universales y corridas imponentes se sucederán en Pamplona, que se convierte en el epicentro del mundo taurino

Aunque la crisis está haciendo estragos, autoridades del Ayuntamiento de Pamplona opinan que tanto sus populares y universales encierros como su feria, caracterizada por imponentes corridas de toros, no se resentiarán y esperan un público masivo desde el día 4 hasta el 14 de julio. Si nos adentramos en el recorrido del encierro nos encontraremos que en algo menos de un kilómetro miles de personas se jugarán la vida. Junto a los divinos, mozos de la tierra especialistas en correr toros, participarán demasiados espontáneos, llegados de todos los puntos del universo, imbuidos por la literatura del genial Ernest Hemingway (1899-1961), que plasmó pasajes maravillosos de los encierros en su novela Fiesta y a los que acudió hasta en ocho ocasiones entre 1923 y 1959. Sin duda, están excesivamente masificados.

El otro foco de atención es la plaza de toros de Pamplona, donde este año se celebrarán diez espectáculos (ocho corridas de toros, una novillada y un festejo de rejones), con varias ganaderías denominadas toristas, como es la temida divisa de Miura. El presupuesto de esta edición es similar al de los Sanfermines 2009, 3,6 millones de euros, de los que aproximadamente un 30% corresponden a toros y un 70% a toreros.

El alma de las fiestas pamplonicas son los mozos y sus peñas, que nacieron en el siglo XIX. La primera que se formó, denominada El Tueno, apareció en 1852 en un tendido de sol mostrando una gran pancarta. Entre las peculiaridades de los mozos nos encontramos con un atuendo totalmente blanco -camisa y pantalón-, con pañuelo y faja roja. Esta idea se atribuye a que la peña La Veleta impuso un atuendo diferencial del resto de las peñas a comienzos del siglo XX y lo tomaron del mono de trabajo de uno de los mozos, que era pintor. Entre el chupinazo, con el que comenzará oficialmente la fiesta, hasta el Pobre de mí, un sentido cántico de despedida, la ciudad entrará en una especie de locura colectiva que se denomina la escalera, por la coincidencia del 7 de julio, día de San Fermín, con el número del mes. Por eso se canta aquello de "1 de enero, 2 de febrero... 7 de julio San Fermín, a Pamplona hemos de ir...".

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