Toros

Daniel Luque, puerta grande en Valdemorillo

  • El diestro gerenense cuajó una extraordinaria tarde que compartió con Álvaro Lorenzo y López Simón

Daniel Luque, puerta grande en Valdemorillo

Daniel Luque, puerta grande en Valdemorillo / Verónica Domínguez

El diestro sevillano Daniel Luque y el toledano Álvaro Lorenzo, que cortaron tres y dos orejas, respectivamente, salieron a hombros al final de la corrida de toros con que se cerró la feria taurina de San Blas y la Candelaria en la localidad madrileña de Valdemorillo. Además, también López Simón le cortó una oreja al quinto de la tarde.

Luque cuajó con rotundidad a un toro de gran clase al que toreó de modo superlativo con el capote y esculpió diez naturales perfectos. Lorenzo se impuso al lote de menos opciones con el que ofreció una imagen de torero sólido y en progresión.

Empezó fuerte la tarde, sin preámbulos ni aperitivos. Extraordinario el toro de Montalvo desde sus hechuras, bajo y con generoso cuello, permitió a Daniel Luque gustarse en una obra elegante. Gran toro y gran faena. Se pidió premio para ambos con toda justicia pero el presidente obvió la bravura de Cantor, que fue arrastrado bajo una gran ovación. El cuarto fue más áspero, pero el de Gerena lo trató y lo toreó con sutileza. Primero en el torero inicio por bajo y más tarde aguantando las acometidas de un animal que embestía con todo. Otra oreja terminó de redondear su gran tarde.

Daniel Luque toreando en Valdemorillo. Daniel Luque toreando en Valdemorillo.

Daniel Luque toreando en Valdemorillo. / Verónica Domínguez

En el manejable segundo, López Simón toreó con decisión en una obra ligada, al hilo de las tablas, a la que faltó intensidad para terminar de calar en el cónclave. El quinto fue otro toro de nota, y López Simón lo aprovechó para torearlo, de mitad de faena en adelante, con largo trazo en varias series de naturales descritas con limpieza y templanza.

Se movió el colorado tercero, siempre con el defecto de venir por dentro. Solucionó Álvaro Lorenzo este inconveniente dándole sitio al animal entre pase y pase y tocando con firmeza, y la faena tuvo la rúbrica de un gran volapié.

Cerró plaza un toro más agresivo que fue una buena piedra de toque para Álvaro Lorenzo. No fue un animal fácil porque acometió de modo brusco, derrotando siempre al final del muletazo, un defecto que no arredró al toledano, que se impuso con carácter al animal, siempre además con la sana intención de torear. Las bernadinas finales y la rotunda estocada refrendaron la seria imagen que dio Lorenzo con el peor lote.

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