Toros

David Mora logra una merecida oreja en la plaza de Las Ventas

  • Ninguno de los toros del lote de Alfonso Oliva Soto, que pasó de puntillas, fue claro mientras que al espada catalán Serafín Marín le toca bailar con la más fea

GANADERÍA. Cinco toros de Martín Lorca y uno -el sexto-, de Escribano Martín, desiguales de presentación, nobles aunque justos de fuerzas, bajos de raza y a menos. El mejor, el segundo; y también sirvieron en menor medida tercero y sexto. El muy flojo primero, por su parte, fue el más deslucido. TOREROS: Serafín Marín, estocada (silencio); y pinchazo, estocada y descabello (palmas tras aviso). David Mora, buena estocada (oreja); y estocada caída (ovación). Alfonso Oliva Soto, media caída y atravesada y tres descabellos (silencio tras aviso); y pinchazo, estocada baja y dos descabellos (silencio tras aviso). INCIDENCIAS. Plaza de Las Ventas. Un tercio de entrada, en tarde soleada y calurosa.

David Mora cortó en Las Ventas una merecida oreja gracias a su buena actitud, entrega y madurez demostradas toda la tarde.

El trofeo lo paseó del primero de su lote, el único buen toro de un desigual encierro de Martín Lorca, y eso que de salida manseó mucho el animal, buscando la huida, abanto y distraído. El secreto estuvo en dejarlo suelto en el caballo (apenas tres picotazos se llevó), y así aguantó el animal tres series de muletazos con la mano derecha de muy buen aire.

Larga distancia, la muleta siempre adelantada para engancharlo y llevarlo con temple y largura. Buen sentido del sitio y ninguna duda, todo con mucha sinceridad. Notable actitud para lograr convencer a Madrid.

Aunque al conjunto le faltó cierta unidad y, sobre todo, final, pues por el izquierdo se quedaba más corto el astado, pero aun así recetó Mora algún natural aislado de impecable factura. La buena estocada final fue crucial.

Con el quinto protagonizó Mora el mejor toreo de capote de toda la tarde. Pero esta vez el toro no fue igual. Blandeó más de la cuenta, sin terminar de descolgar, y sin transmitir nada. El hombre lo intentó con ahínco.

A Serafín Marín le tocó bailar con la más fea, sobre todo con el blandengue toro que abrió plaza, que no podía ni con la divisa. Puso mucho mimo el catalán, pero las nulas fuerzas del astado y su extrema sosería propició que la faena no tuviera ninguna emoción. Con el apagado quinto tampoco resolvió nada Marín, aunque aquí al menos firmó un par de series estimables a derechas en los primeros compases.

Oliva Soto también pasó de puntillas, pero pudo haber hecho algo más con dos toros que medio se dejaron, y con los que estuvo perfilero, acelerado y sin decir gran cosa. Si acaso con el sexto estuvo más enrazado, pero tampoco fue suficiente. Y por si fuera poco, resultó volteado en el segundo envite con la espada.

Quede claro que ninguno de los dos astados fue claro del todo, pero con otra actitud otro gallo hubiera cantado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios