Toros

Histórica vuelta al ruedo de la cuadrilla de Castaño en Madrid

La corrida de Cuadri, como es habitual, no decepcionó en su presentación, con un encierro serio y hondo. Hubo nobleza en varios ejemplares, aunque a la mayoría les faltó gas.

De la experimentada terna con esta divisa, compuesta por Fernando Robleño, Javier Castaño y Luis Bolívar, destacó Castaño, quien por el fallo con la espada -entró siempre a matar sin echar al hocico de sus toros la muleta- perdió un trofeo en cada astado de su lote. El triunfo lo obtuvo su cuadrilla, en lo que supuso un hecho histórico: cuatro de sus miembros dieron la vuelta al ruedo entre aclamaciones del público. Recuerdo al terminar la lidia que Esplá invitó a su picador a dar la vuelta al ruedo. Pero jamás a una cuadrilla sin el matador y con el toro en ruedo; lo que por otra parte, tampoco es lógico.

Sucedió en el quinto, otro toro serio de Cuadri. Las Ventas se convirtió en un hervidero de emociones cuando tras picar soberbiamente Tito Sandoval, sus compañeros David Adalid y Fernando Sánchez prendieron banderillas con categoría y un derroche de valor extremo. El público, puesto en pie, les animó a los rehileteros y a Marcos Galán, que bregó, a dar la vuelta al ruedo, a la que tras los gritos de "¡Tito, Tito...!" se sumó el piquero, todo ello con el permiso de su jefe de filas, Javier Castaño.

De esa estampa de felicidad se pasó al drama casi de inmediato. El toro, con movilidad tras la muleta, echaba la cara arriba. En el cierre de una tanda le lanzó un viaje fulminante al salmantino, rajándole la nariz de un pitonazo. El torero, con una intensa hemorragia, continuó una faena en la que estuvo a buena altura, especialmente al natural, pese a un incordiante viento.

Castaño, con el hondo y largo segundo, de cuerna acapachada, que resultó noble, realizó una labor entonada, destacando en dos buenas series diestras. Perdió premio al fallar en la suerte suprema, en la que le faltó echar la muleta abajo.

Fernando Robleño concretó una actuación discreta. Con el voluminoso primero -¡628 kilos!-, hondo, acapachado, que resultó noblón, pero al que le faltó brío, Robleño se mostró dispuesto, siendo cogido en un pase de pecho con la izquierda, del que salió vivo de milagro.

El cuarto, un castaño de imponente trapío, cinqueño, corraleado, derribó al picador con suma facilidad. El toro se orientaba con facilidad y Robleño cortó pronto ante las protestas del público por su trasteo. Finiquitó al astado de una estocada contundente.

Luis Bolívar pasó de puntillas. Con el flojísimo tercero, protestado por su carencia de fuerzas, pese a que le cuidaron en varas, no tuvo opción, al aplomarse el astado de inmediato.

Con el manejable sexto, al que le faltó gas en la muleta, Bolívar se mostró voluntarioso.

Un volcán de emociones atravesó Las Ventas en el cierre isidril con la actuación histórica de una cuadrilla. Y es que la brega, el tercio de varas y las banderillas también son parte fundamental de la lidia.

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