Toros

Leonardo Hernández, a hombros en su presentación en La México

El rejoneador español Leonardo Hernández y los diestros mexicanos Arturo Macías y Joselito Adame salieron bien librados y se repartieron cuatro orejas en la décima tercera fecha de la temporada grande en la Monumental Plaza México celebrada esta tarde.

Las cosas no habían rodado bien al principio para Hernández, con tres excelentes toros y en un séptimo de regalo logró cortar dos orejas, una protestada.

Macías, que tampoco había podido alcanzar el éxito, recibió un octavo que resultó manso y en medio de la bronca la aplacó y cortó una merecida oreja y Joselito Adame en su segundo obtuvo un trofeo que, sin plena justicia, le fue protestada.

Ante una entrada de unas 15.000 personas, se lidiaron ocho toros, dos de Fernando de la Mora, estupendos, sobre todo el primero que fue premiado con arrastre lento, y uno de Pepe Barrón muy bueno; otro de Jorge María, manso, y cuatro de Lebrija, que han cumplido bien a secas y el mejor de ellos, el sexto, que se empleó un poco más. Los ocho astados bien presentados.

Hernández, que debutó en altas y bajas no había logrado el éxito tanto en el soberbio primer toro, que pinchó y sólo saludo en el tercio, como en el cuarto ha sido magnífico, pero muy mal con el acero.

Regaló otro ejemplar que dio facilidades y en este estuvo más certero y firme y lo mató de magnífico rejón de muerte. Dos orejas solicitadas por un sector del público y protestadas por otro. Como sea la libró.

Macías, tuvo con el segundo momentos estupendos, sin lograr redondear la tarde; en su primero palmas. Con el quinto, que no ha sido bueno, tampoco logró el éxito.

En el octavo, manso y en plena bronca, fue metiendo al toro a la muleta, las protestas callaron y la gente se entregó al torero que mató a la res de estocada para una oreja que cambió la decoración de ese que pintaba negro final.

Adame, con el tercero empezó bien y al final vino a menos el trasteo, pinchó. En el sexto, se vio centrado, firme y logró una faena sobre el pitón derecho con muletazos de gran factura, con firmeza y dándole su tiempo y su espacio a la res que perdió gas. Tras un buen pinchazo, Adame cobró una gran estocada para una oreja protestada no con toda justicia, pero ahí se enderezó la fiesta.

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