feria de san isidro | vigésima tercera corrida en las ventas

Ponce, exagerada Puerta Grande

  • Con un público generoso, el diestro valenciano, ante dos toros muy distintos, corta una oreja a cada uno y alcanza su cuarta salida a hombros en la Monumental madrileña

  • David Mora y Varea, que confirmaba, de vacío

Enrique Ponce, en una verónica a su primer astado.

Enrique Ponce, en una verónica a su primer astado. / javier lizón / efe

Nuevo cartel de No hay billetes y en esta ocasión una expectación enorme que no fue defraudada gracias a una importante corrida de Domingo Hernández de mucha romana, pero bien conformada y de notable juego y un Enrique Ponce que traslució su maestría.

Ponce, con el público muy entregado a lo largo de su actuación, cortó una oreja a cada uno de sus toros y abrió, por cuarta vez en su carrera, la Puerta Grande de Las Ventas; una Puerta Grande exagerada y generosa. Consiguió el primer trofeo de un toro de 618 kilos, pero bien hecho, que embistió con entrega por el pitón derecho, quedándose algo corto por el izquierdo. El valenciano brilló en unas verónicas bellas y mandonas y en un quite por chicuelinas de manos bajas y una media de lujo coreadas con olés. El diestro cuajó una gran faena, enmarcada en la verticalidad y el relajo, hasta el punto de abandonarse en un par de series. Comenzó con unos bellos doblones, con el contrapunto de un desarme. En los adentros toreó en una tanda con suma suavidad con la diestra. En la siguiente, en redondo, como si sus piernas fueran un compás preciso, muleteó en redondo con una plasticidad excelsa en la que imantó y embebió al toro tras la franela. Deslumbrante cambio de mano. Por el pitón izquierdo, con el toro algo corto, la faena perdió intensidad. Remontó con poncinas. Desgraciadamente no remató la obra con la espada. Mató de metisaca y estocada y cobró una oreja.

Importante corrida de Domingo Hernández, que tomó ayer antigüedad

El cuarto, negro, cinqueño, con unas perchas tremendas, resultó complicado. Emergió el Ponce técnico y paciente para ir sacando lo bueno que tenía el toro. Destacó en varios derechazos o en un maravilloso pase de pecho en el que alargó la embestida, a base de toques, hasta lo infinito. Mató de pinchazo y estocada entera muy tendida y fue premiado, generosamente, con otro trofeo.

David Mora no estuvo acertado en el cierre de su participación en este ciclo. Su primer oponente, con 679 kilos, tenía sin embargo una buena conformación. David Mora, con problemas en el capote por dos coladas, no estuvo acertado con la muleta. Le faltó embeber al animal con la tela, algo que logró en una meritísima serie con la diestra, en la que engarzó varios muletazos largos. Mató de estocada y fue ovacionado.

Con el quinto, cinqueño, alto, bien armado, de 635 kilos y que sin embargo no parecía una mole, resultó complicado. David Mora, con el añadido del viento, no logró acoplarse. En la suerte suprema estuvo a punto de ser corneado en el pecho a cambio de una estocada. En una escena angustiosa, el toro lanzó un hachazo al torero, indefenso en la arena, que salió vivo de milagro. Precisó de dos descabellos para finiquitar al astado y fue ovacionado.

Varea confirmó sin suerte. En la efeméride se enfrentó a un gigante de 615 kilos, de buena condición, destacando la nobleza, y al que le costaba mover el exagerado peso. El torero manejó con soltura la capa en verónicas y chicuelinas. La faena, correcta, resultó algo superficial. Para colmo dio un mitin con los aceros y fue silenciado.

El sexto, cinqueño, estuvo en las antípodas del gigantón que abrió plaza. Toro bajo y bien hecho. En comportamiento resultó encastado, exigente y metía bien la cara. Varea, pese al tremendo viento, hizo frente con agallas a la fiera. Intentó en todo momento bajar la mano, dominar al astado. Lo logró en algunos muletazos por ambos pitones, especialmente en tres naturales excelentes. Esfuerzo y entrega total del joven torero que se justificó en un trasteo desigual.

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