Toros

Sorprendente miurada 'pacifista'

  • Padilla escucha la única ovación de la tarde. Rafaelillo y Marín, silenciados en sus respectivos lotes.

SEXTO FESTEJO DE LOS SAN FERMINES

GANADERÍA: Corrida de Miura, en el tipo de la casa: de mucha romana, pero agalgada. Varios de ellos con los pitones astillados. En juego, de escasa casta, sin brío y muy apagada en su conjunto; a excepción del quinto, muy peligroso, y el complicado sexto.

TOREROS: Juan José Padilla, de azul y oro. Metisaca y estocada (silencio). En el cuarto, estocada (saludos tras petición y aviso). Rafael Rubio 'Rafaelillo', de corinto y oro. Estocada y tres descabellos (silencio tras aviso). En el quinto, estocada corta, cinco pinchazos y cinco descabellos (silencio tras aviso). Serafín Marín, de rosa y oro. Estocada caída (silencio). En el sexto, media (silencio).

Incidencias: Plaza de toros de Pamplona. Domingo 10 de julio de 2011. Lleno.

La corrida de Miura, en el tipo de la casa -agalgada y de gran romana-, defraudó en su juego. Toros sin el nervio y las aviesas intenciones que caracterizan a la legendaria divisa de Zahariche. Los toros, de escasa casta, sin recorrido y en las telas prácticamente a la defensiva, dieron pocas opciones a una terna compuesta por Juan José Padilla, Rafael Rubio Rafaelillo y Serafín Marín. En definitiva, fue un encierro que pareció llegar a Pamplona con blandera blanca y en plan pacifista. Si por la mañana ejercitaron sus patas a gran velocidad en un encierro rápido y masivo, sin percances graves, por la tarde no aportaron apenas emoción, con embestidas a medio gas. Eso sí, les pegaron fuerte en el tercio de varas. Quinto, un enorme toro de preciosa pinta sarda, y sexto, resultaron los más peligrosos.

Juan José Padilla -¡una docena de años lidiando miuras en Pamplona!- se las vio en primer lugar con un tranvía cárdeno de 695 kilos, que intentó saltar al callejón. El jerezano consiguió lo mejor en el tercio de banderillas, donde el miura le cortó en los tres pares, de los que salió muy comprometido, especialmente en el último, al violín, de donde salió ileso de puro milagro y por excelentes facultades. En la muleta, el astado, tardo, se movió con nobleza, pero sin clase. El torero andaluz realizó un trasteo correcto, pero carente de emoción. Como desgraciado remate, al salir de un metisaca, se cortó una mano con la espada.

El cuarto, Escobero -mismo nombre que el miura que inmortalizó y con el que se encumbró el maestro Diego Puerta-, fue un imponente cárdeno, que anduvo como adormecido. Padilla, que expuso en una larga cambiada en los tercios, no brilló a la misma altura en banderillas, recibiendo la mayor ovación en el tercer par, al violín. Animoso, el diestro, muleta en la diestra, comenzó en el estribo con un pase, otro de rodillas y varios muletazos para cerrar con un molinete. La labor, con varios muletazos estimables por ambos pitones, con el toro a la defensiva, fue bien acogida.

Rafaelillo recibió al segundo, otro animal imponente, de 640 kilos, con una larga cambiada de rodillas. El trasteo careció de intensidad, con un animal apagado. El murciano se las vio, en segundo lugar, con el más miura de la tarde: el quinto, de aviesas intenciones, con el que sufrió mucho el diestro, especialmente en la suerte suprema, cuando el pajarraco le esperó con mucho peligro, y pinchó reiteradamente. El torero, voluntarioso, lo había recibido con una larga cambiada de rodillas en las rayas.

Serafín Marín, que se estrenaba con la mítica ganadería sevillana, anduvo fácil. Pudo conseguir mejores pasajes con el noblón tercero, de cuerna abierta, pero el barcelonés apostó por el unipase y el aburrimiento fue soberano. Con el sexto, algo complicado, realizó una labor en la que tampoco transmitió.

Por la respuesta del público, los espectadores debieron suponer que verían una película de guerra, con el típico toro de Miura, con nervio y peligro, que se come hasta la arena del ruedo. Pero al conjunto de la miurada le dio en plan pacifista. Y aquello transcurrió sin apenas emoción ni tensión, en el festejo más aburrido que se ha celebrado hasta el momento en los Sanfermines 2011.

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