Toros

Talavante, con la miel del desquite

  • El diestro extremeño, sin éxito en el reto ante seis toros de Victorino Martín, ha sido el único espada que ha abierto la puerta grande Perera, Fandiño, Ferrera y Aguilar, muy destacados

La Feria de San Isidro 2013 tiene un nombre: Alejandro Talavante, quien cautivó al público de Las Ventas, tras concretar anteriormente una actuación en solitario donde se había hundido ante una victorinada descastada. El extremeño ha sido el único diestro que ha abierto la puerta grande de la calle de Alcalá, que ha atravesado por cuarta vez en su carrera. Sucedió el 24 de mayo, al desorejar al primer toro de su lote, Artillero, un ejemplar encastado de la ganadería de Victoriano del Río, tras una faena intensa que caló en los tendidos y supuso como una revancha, la miel del desquite para el diestro pacense.

Dentro del apartado de los matadores de toros han dejado huella Miguel Ángel Perera, aunque sin trofeos por el fallo con la espada, con sitio y entrega; Iván Fandiño, por su firmeza, pagando con sangre, sufriendo una cornada en el muslo izquierdo que le infirió un Parladé al entrar a matar, del que paseó su cuadrilla un trofeo; Antonio Ferrera, por su capacidad para dar espectáculo con los adolfos; y Alberto Aguilar, al que el palco le negó la puerta grande. Otros diestros que también aportaron cosas interesantes fueron Arturo Saldívar y Rubén Pinar. El mexicano, por su resolución; y el manchego por su raza. Del elenco de andaluces que han pasado por este San Isidro han destacado -por orden de aparición- Antonio Nazaré, David Galván, Miguel Ángel Delgado y Manuel Jesús Pérez Mota. Todo ello dentro de un ciclo en el que se han cortado un total de 13 orejas por parte de los toreros de a pie.

De los novilleros, apuntes de Roberto Blanco, entrega de Gonzalo Caballero y valor de Sebastián Ritter.

Por su parte, entre los rejoneadores destacaron Diego Ventura, único que salió a hombros, alcanzando su undécima puerta grande en esta plaza y Pablo Hermoso de Mendoza, que toreó muy templado; entre tanto decepcionó en su despedida del toreo en Las Ventas el veterano portugués Joao Moura.

Dentro del largo ciclo, con varios espectáculos plúmbeos, el cierre fue de lo más llamativo e insólito por cuanto una cuadrilla casi al completo, la de Javier Castaño, dio una vuelta al ruedo tras una demostración de plenitud total en los dos primeros tercios de la lidia. Sucedió ante el quinto toro, de Cuadri. Así, Marco Galán, que bregó; los banderilleros David Adalid y Fernando Sánchez y el picador Tito Sandoval, envueltos entre una ovación ensordecedora y aclamaciones dieron una histórica vuelta al ruedo con el beneplácito de su jefe de filas, Javier Castaño, quien perdió algún trofeo debido al fallo en la suerte suprema. Una explosión volcánica, entre tanto el toro se encontraba en el ruedo tras el tercio de banderillas. El recuerdo más reciente de un triunfo apoteósico en una cuadrilla, acontecido en la plaza de Madrid, sucedió en la temporada 2001, cuando el picador Anderson Murillo se lució en el tercio de varas. Eso sí, entonces, el piquero acompañó en la vuelta al ruedo a su jefe, Luis Francisco Esplá, tras terminar la lidia completa del toro.

En el aspecto ganadero, el conjunto ha dejado mucho que desear, aumentando el porcentaje de toros con escasas fuerzas, lo que ha sucedido ya en otras ferias de la presente temporada. Las dos corridas, en su conjunto, que mejor nota dejaron fueron las de Victoriano del Río y Alcurrucén; así como una interesante novillada de Nazario Ibáñez. Además, se lidiaron varios toros sueltos de distintas ganaderías, como Parladé, José Escolar, Adolfo Martín y Carmen Segovia, que dieron buen juego.

En tiempos de crisis galopante, la Feria de San Isidro ha arrojado buenos números para la empresa Taurodelta; ya que se ha llegado a colgar en seis ocasiones el cartel de No hay billetes, con prácticamente lleno en el resto de espectáculos, y eso que fue retransmitida por un canal privado de televisión y que la climatología, prevaleciendo el frío y la lluvia, no era de lo más apropiada para la asistencia del público.

Por cierto, el viento se ha cargado, en varias ocasiones, el desarrollo normal de la lidia, al tener los diestros que torear más próximos a tablas de lo debido para evitar a Eolo. Es incomprensible que esos días en los que sopla un ventarrón no se suspenda la corrida o bien -sería lo más conveniente- no se utilice una cubierta adecuada.

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