Toros

'Zahonero', de Miura, otro toro para el recuerdo en San Isidro

Con el reclamo de Miura, que retornaba tras nueve años de ausencia en Las Ventas, se colocó el No hay billetes en el cierre de la Feria de San Isidro 2014. Encierro bien presentado, en el tipo de la casa, de juego desigual, con mayor nobleza de lo habitual en el hierro de Zahariche y con un gran toro, el segundo, Zahonero, otro más que sumar a este ciclo isidril con un amplio listado de astados de nota alta. La terna compuesta por Rafaelillo, Javier Castaño y Serafín Marín, no siempre acertada, se marchó de vacío.

Rafaelillo estuvo por debajo de su lote. A su primero, de defensas enormes, pero noblón, le zurraron en exceso en varas. Acabó revolviéndose por el pitón izquierdo y fue manejable por el derecho. El murciano, muy decidido, lo recibió con una larga cambiada junto a las rayas. Sin embargo, no dio con la tecla en la faena de muleta, en la que sobraron tirones.

Con el serio y noble cuarto, Rafaelillo realizó un trasteo sin transmisión alguna.

Javier Castaño tampoco tuvo su día. Con el segundo, un gran toro, de seis años, al que recetaron tres puyazos en los que cumplió, se lució su picador Fernando Sánchez Muriel y sus banderilleros Fernando Adalid y Fernando Sánchez Martín. El leonés-salmantino realizó una faena a menos, marcada por numerosos enganchones, a uno de los toros más encastados y bravos de este ciclo, consiguiendo algunos muletazos estimables por el pitón izquierdo, el mejor del astado.

El quinto fue devuelto tras flojear. Saltó un sobrero, de Fidel San Román, bien armado y montado, que acometía sin humillar. Castaño porfió sin lograr frutos y de nuevo sus banderilleros Adalid y Sánchez, junto a Marcos Galán, que bregó muy bien al lote de su jefe, fueron ovacionados.

Serafín Marín, quien intentó hacer las cosas bien, tampoco brilló. Con el tercero, un ejemplar serio, noble y humillador, realizó una faena aseada, en la que faltó la ligazón para transmitir. Entonado con la diestra, lo mejor lo consiguió en algunos naturales suaves, muy templados.

Al imponente sexto, de lámina impresionante y preciosa, ovacionado de salida, y que flojeó, le faltó entrega y humillación tras la tela. Marín se esforzó en un trasteo que tampoco caló en el respetable.

De esta manera, con ese imponente Escribano que cerró feria, este escribano también finaliza las crónicas de un San Isidro en el que Miguel Ángel Perera, máximo triunfador y con dos salidas a hombros por la Puerta Grande, ha hecho historia.

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