Toros

Cómo un buen aficionado puede aprender a torear en tres días

  • El portuense Diego Terry Osborne ha sido uno de los alumnos de la experiencia pionera de los Cursos de Tauromaquia Práctica para Aficionados en Espartinas

¿Por qué no organizar cursos de toreo sin ánimo profesional, como existen en deportes y actividades como el golf o el fútbol? Esa fue la pregunta que se hicieron un aficionado muy vinculado con El Puerto de Santa María como Ignacio Moreno Terry y el escritor Rafael Peralta Revuelta, hijo del rejoneador del mismo nombre.

Y se pusieron manos a la obra: buscaron el sitio, la plaza de Espartinas en Sevilla; el profesorado, con la ayuda del matador de toros Dávila Miura, y la financiación -una matrícula y una subvención del Ayuntamiento de Espartinas- y nació el I Curso de Tauromaquia Práctica para Aficionados.

El perfil del alumnado es heterogéneo nos cuenta otro portuense, Diego Terry Osborne. Aficionado de toda la vida y pariente de los titulares de la histórica vacada de El Puerto, decidió apuntarse y conocer un poco más de ese toreo que siempre ha amado.

"La verdad es que engancha, se viven sensaciones muy especiales, y como aficionado aprende uno a respetar y valorar lo que se hace en el ruedo" dice Diego que ha repetido la experiencia matriculándose en la segunda edición de esta iniciativa que ha subtitulado a Espartinas como "Universidad del toreo para aficionados prácticos".

Conocer la lidia, sentirla y vivir un fin de semana de ambiente taurino de la mañana a la noche. A Espartinas acudieron a esta experiencia pionera Diego Terry y 44 alumnos más, entre ellos alguna mujer, venidos de lugares tan diversos como México, Francia, Zamora, Logroño, Valencia, Madrid, y de toda Andalucía.

El perfil del alumnado es muy heterogéneo: "de todas las edades y condiciones, hasta de más de sesenta años. Y la actividad no encierra riesgo ni limitaciones mayores, fíjate que había un minusválido que toreaba en el tentadero con la muleta y la otra muleta que necesitaba para caminar".

Gente con ilusión y ganas, en este caso pudo más la afición y las ganas de vivir el toreo que la minusvalía, y es que la lidia también puede ser paralímpica

El claustro de profesores, inmejorable: además de Dávila Miura, matadores como Javier Solís, Fernández Pineda, Enrique Peña y Paco Ureña; novilleros como Javier Jiménez y banderilleros como Javier Ambel de la cuadrilla de Castella, y Jesús Collado. Se enseña capote, muleta, banderillas y no se olvida la suerte de varas, subiéndose los alumnos a un caballo de la cuadra de Peña. Se utiliza carro para las banderillas y el carretón para entrar a matar

Entre charlas didácticas, toreo de salón, experiencias y convivencias, pasan las intensivas tarde del viernes y la jornada del sábado. El domingo se acude a un tentadero en la ganadería de Manolo Vázquez, para practicar lo aprendido con las becerras.

A Diego Terry Osborne no le fue nada mal ese primer curso. Asistió Morante de la Puebla que compartió un rato inolvidable con los aficionados prácticos y les regaló una muleta. Aunque el curso no es competitivo ni se dan calificaciones, por esa circunstancia excepcional se acordó que la muleta se la quedara el alumno que ligara los muletazos más artísticos en el tentadero. Correspondió a Diego Terry esa franela en la que se puede leer una fecha y la palabra "Nimes" ¿Será la pañosa con la que Morante citó desde la silla?

Luego hubo otro curso y nuestro aficionado portuense repitió la experiencia. Ahora torea de salón en casa - "es como hacer pilates" dice- tiene un buen grupo de compañeros de afición con los que conecta por Internet, ha crecido su afición, valora más a los toreros y atesora una muleta de un tal Morante de la Puebla. ¿Se puede pedir más?

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