Toros

Las cornadas en la cara o de espejo, una constante en la historia del toreo

  • Es la segunda vez que el matador jerezano Juan José Padilla sufre este tipo de herida en una zona muy vulnerable

El torero se enfrenta a cuerpo limpio con el toro pero si hay dos zonas en las que se hace más patente la vulnerabilidad, estas son la cara y el cuello.

A las cornadas que marcan esas regiones los profesionales las llaman "de espejo", porque los toreros se las ven y se dice que gasta ese tanque de gasolina que es el valor de cada uno. Todos lo tienen, con más o menos litros, pero se va vaciando hasta que se enciende la luz de la reserva. Se dice que cuando el torero se mira en el espejo, el depósito de la gaolina del valor lo nota.

Y para el público son cornadas que conmocionan, que sensibilizan por mucho tiempo, hasta años después cuando siguen viendo las cicatrices en la cara de de los toreros como diciendo "aquí no se regala nada".

Por desgracia Padilla no es el primero. A Manuel Domínguez, el 1 de junio de 1857 en el Puerto el toro "Barrabás" de Concha y Sierra le vació el ojo izquierdo, que le quedó colgando. Se cuenta que el torero se arrancó el ojo y lo lanzó a la arena diciendo: "estos son desperdicios" pero es mera leyenda. Entonces en la plaza de El Puerto no había callejón y el torero tuvo que esperar dramáticamente en pié -para salir del ruedo-, a que movieran al toro, aquerenciado en la puerta que daba paso al botiquín.

Lamentablemente el valenciano Manuel Granero, el 7 de mayo de 1922 murió en Madrid cuando el toro "Pocapena" de Veragua le corneó en la cabeza, contra tablas.

Pepe Luis Vázquez quedó marcado para siempre el 25 de julio de 1943 de una cornada en la cara en la plaza de Santander, pero vivió para contarlo que en esta profesión es una bendición superar un percance así.

En los últimos tiempos se han hecho más frecuentes este tipo de lesiones. Los toreros de hoy exponen más, pisan terrenos increíbles y torean muy despacio. Es como estar al borde del precipicio.

El 14 de agosto de 1982 un matador de toros muy apreciado entre nosotros, entonces novillero, sufría una cornada muy grave en el párpado inferior del ojo izquierdo que le lesionó gravemente el globo ocular. Era Juan Carlos Landrove y fue un ejemplo más de raza y superación en el mundo del toro.

Como Lucio Sandín, entonces novillero, que el 13 de junio de 1.986 en la Real Maestranza de Sevilla sufrió herida en el globo ocular derecho y lo perdió.

También le puso raza a la vida Luis de Pauloba, que el 31 de marzo de 1.991, en Cuenca. sufrió una cornada en la boca. Fue un novillo de Conde de Mayalde. Además de las graves lesiones maxilares perdió la visión del ojo izquierdo.

Impactante la cornada en la cara a Franco Cardeño en Sevilla en 1997 esperando a porta gayola a un toro de Prieto de la Cal: los músculos de la cara quedaron al aire y sufrió grandes destrozos en la zona nasal.

El 18 de agosto de 1998 en Málaga Canales Rivera sufría una cornada desde el cuello hacia la boca: dos dientes, dos muelas, la glándula salival destrozada y lesiones óseas y en la lengua.

Padilla ya había sufrido una gravísima cornada en el cuello en Pamplona en 2001 y todavía a los públicos le quedaba el espanto de sufrir, el año pasado, la imagen de la cornada de Julio Aparicio en Las Ventas. El pitón entro por el cuello y salió por la boca. Una vez más, como Padilla o Canales o los casos anteriores, el torero volvió a la arena..

Javier Vázquez y Niño de la Taurina también perdieron visión ocular por el accidente de banderilla y lo pasó muy mal Armillita en Madrid cuando una banderilla le lesionó en el cuello.

Son cornadas y cicatrices de espejo: las tuvieron en la cara Belmonte, César Girón, "El Juli", Capea, Joselito y muchos otros, porque en el toreo, como dijo Cúchares, no se muere de mentirijillas.

1857

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