Sexta de abono en la maestranza

Por encima de los sueños

  • Ventura corta tres orejas y abre de nuevo la Puerta del Príncipe. Gran debut y alternativa de Andrés Romero, que cortó dos orejas al sexto y salió a hombros.

Saltó como un resorte toda la tensión de una tarde en la que un caballo herido, una corrida cuesta arriba en su juego y el panorama de jugar como el más inexperto, a narices tiene que pesar y más si eso te está pasando en la Maestranza. El rejonazo lo sintió crujir Romero desde que soltó la mano y de ahí a las dos orejas que le sacaron a hombros de la plaza fue todo un ejercicio de insistencia al palco por parte del tendido para que soltara sobre la balconada dos pañuelos blancos que en el futuro resultaran más fructíferos que los propios trofeos. Dos pañuelos blancos, dos pasaportes para otras plaza y, desde luego, una liberación a tanta tristeza por la cogida de Perseo, a tanta mala suerte en ese toro que se bebió la muerte con un rejón en todo lo alto y después se cargó una precipitada sarta de rejonazos.

Tanto pa ná que diría Pepe Luis Vargas ante la sangre sin recompensa. Pero no fue pa ná porque es precisamente de ese cieno que parece nublar el pensamiento de donde no salen las cosas, es donde alguien que quiera llegar alto tiene que volar rápido. Y Andrés lo hizo ante el sexto en la única oportunidad que había para no salir de vacío. Aunque el toro no pusiera nada, que no lo puso. Aunque cueste Dios y ayuda hacer entrar a Carbón hasta ese terreno donde parar con guapeza. Aunque todo se ponga en contra por un par sobre el albero, aunque todo parezca negro porque ese sexto no mete la cara como uno necesita para demostrar que sabe hacer el rejoneo, que ha venido a triunfar y que lo necesita. Hasta para esos momentos hay que ser torero y venirse arriba y cortarle dos orejas no al sexto, sino a la tarde de tu alternativa. El remate con los aceros certificó una tarde importante del de Huelva, quien antes de que pasara nada en el festejo, entró más allá de la puerta de toriles a esperar a ese toro que traía en su lidia el doctorado y Perseo volvió a volar sobre sus manos para esquivar la seriedad de un toro fuerte y violento. No dio tiempo a más y la arboladura del toro jerezano engancho por la trasera izquierda de la grupa del caballo y le metió el pitón.

Conquistador, un caballo con mucho temple, sobrio y seguro, recondujo esa lidia necesaria en burlar a un toro, ventajista y brusco que tapó mucho la llegada al embroque. Un espacio donde Guajiro resolvió con belleza los tres pares de banderillas, saliendo airoso con sus piruetas de la cara del toro. Romero terminó concretando sobre Bambú un trabajado carrusel con las cortas. Rematar era el reto y Romero remató con un rejonazo en todo lo alto, pero el toro se amorcillo y la desesperación con el verduguillo estropeó definitivamente lo que debía haber sido un trofeo muy justo y todo quedó en un ceremonioso saludo desde el tercio.

La corrida de Bohórquez había ido desinflándose después de que Ventura se llevara en el lote a un noble ejemplar que le dejó estar a gusto. Toros venidos a menos que habían dejado inédito a un Andy Cartagena desmotivado frente a su segundo y sin acertar a cogerle el aire a un lote que, sin duda, en lo malo fue, desde luego, el más completo.

Cartagena había tenido una actuación discreta y con muchos altibajos frente a un nobletón y sosísimo ejemplar de Bohórquez al que sometió en un excelente par cogiendo muy en corto el cite.

Frente al cuarto terminó contagiado de las pocas ganas de embestir del burel y, aunque tiró más de espectáculo equino que de otra cosa, el resultado lo terminó tapando como en su primero el poco acierto con el rejón de m muerte.

Ventura fue el gran triunfador de la tarde. Un éxito que enjaretó con dos formas variadas de toreo. Una, la pureza hecha realidad en esos dos bellos actos de parar a un toro de salida, dejarlo puesto y salir con el caballo andando. ¡Vaya majestad!

Después, en Ventura puro y duro. Arrebatador con la sosa condición de un quinto toro al que después de haberlo parado apoyando el recorte del caballo en los cuartos traseros, le hizo recorrer media plaza bajo el temple que Nazarí enseñó para venirse de dentro a afuera con los dos pitones marcando el contorno de su vientre, pero sin llegar a tocar la piel.

Una excelente actuación que después remataría a lomos de Morante poniendo el tendido a reventar. Entrega sin reservas como la del caballero hacia el público. Metió el brazo y el rejón de muerte viajó cierto hacia su objetivo hasta tumbar a ese quinto, sin puntilla. Dos orejas, grandes. De maestro consumado y aprendiz ambicioso, que sumadas a esa de su primero, muy justa por una faena plena de técnica, le franqueaban de nuevo la gloria de la Puerta del Príncipe, algo a lo que el rejoneador de la Puebla debe estar ya mas que acostumbrado.

En resumen, contar que decepcionó el encierro de Bohórquez, que el magisterio de Ventura es algo fuera de toda duda, pero que fue precisamente el toreo de raza el que ayer le llevó en volandas por ese codiciado pasadizo en el que a punto estuvo de entrar un debutante onubense que a la primera de cambio, terminó saboreando el dulzor de un triunfo en una de las plazas con las que sueñan los toreros.

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