Toros

El monumento a Chicuelo, previsto para antes de la Feria de Abril

  • Homenaje en la Maestranza al maestro sevillano en el curso de Temas Sevillanos

A falta del emplazamiento y fecha definitiva, ya está todo prácticamente listo para que el monumento a Manuel Jiménez Chicuelo (Sevilla, 1902-1967) se ubique, antes de la Feria de Abril, en la Alameda, donde parece que las obras interminables tienen los días contados. Al menos, eso se respiraba ayer en la Maestranza, en un acto que patrocinó el Curso de Temas Sevillanos, que dirige tan acertadamente Antonio Bustos y que siempre ha apoyado la Fiesta.

Bajo el título, Chicuelo, la verdad del toreo, el crítico taurino Ignacio de Cossío transmitió al público la biografía de un torero del que destacó su "improvisación, fantasía y genialidad" y que tuvo "un meteórico ascenso". En su esencia torera, Chicuelo, que derramó gracia a raudales con el capote, creó la chicuelina y con el denominador común de la armonía instauró el toreo moderno, aplicando la ligazón, no ha sido bien tratado por algunos historiadores taurinos y al que, según el periodista, "daba gloria verle torear" y que "con muletazos a media altura y a pies juntos era una locura improvisada".

En cuanto a la chicuelina -lance ejecutado por delante, con los brazos a la altura del pecho, y girando el torero sobre sí mismo- el disertador dijo que "era como bailar toro y torero una sevillana". Dentro de la carrera de Chicuelo, triunfador en España y América -en La México le hicieron un monumento- destaca su grandiosa faena al toro Corchaíto, de Graciliano, en la plaza de Madrid.

Una faena que Federico Alcázar, crítico que la presenció, llegó a situarla como cumbre del toreo y de la que escribió: "La faena siempre soñada y nunca vista, la obra genial concebida y no lograda hasta esta tarde histórica del 24 de mayo de 1928... Sale el tercer toro. Se llama Corchaíto, es negro, calzón, coletero, marcado con el número 49... Brindó Chicuelo y se dirige al toro, que espera en los medios. Comienza con cuatro naturales estupendos, ligados con uno de pecho soberbio... Vuelve a ligar -siempre con la izquierda- otros tres naturales. La plaza es un clamor y el público, enardecido, loco, jalea la inmensa faena. Pero lo grandioso, lo insdescriptible, lo que arrebata al público hasta el delirio, es cuando el torero, ¡el torero!, ejecuta cuatro veces el pase en redondo girando sobre los talones en un palmo de terreno... el toro va embebido, prendido, sugestionado, describiendo dos círculos en torno al artista, que permanece inmóvil en el centro. Ahora el público no aplaude: grita, gesticula, se abrazan unos espectadores con otros...".

Nace así, la ligazón como médula del toreo moderno. Por eso, como acertadamente glosó Cossío, "Chicuelo fue más que una columna del toreo, fue cimiento y basa".

En el acto, al que acudieron varios toreros, el presentador, Antonio Bustos, director del Curso de Temas Sevillanos, distinguió al disertador y a los toreros Andrés Luque Gago, Julio Pérez Vito y Rafael Torres.

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