Toros

Los aceros oscurecen a un gran Sergio Galán en la Feria de Vitoria

El rejoneador Sergio Galán emborronó con los aceros una gran actuación al quinto toro del festejo de rejones celebrado en Vitoria, en el que Joao Moura cortó dos orejas y Pablo Hermoso de Mendoza, una.

A nadie se le escapa que se está viviendo la edad de oro del toreo a caballo. Con toros o sin ellos, los rejoneadores son capaces de alcanzar cotas impensables.

Hermoso de Mendoza y Sergio Galán lo demostraron una vez más, a pesar de que el jinete que sumó más trofeos en la estadística fue Joao Moura, una de cada enemigo. El portugués salió a hombros ante la sorpresa general, ya que el reglamento vasco exige dos trofeos en un mismo ejemplar.

En Vitoria, la nota más alta la dejó Sergio Galán. Salió un buen quinto toro, de poca presencia pero de excelente juego, y el manchego no dejó pasar la ocasión. Primero fue sobre Amuleto, pero el nivel fue subiendo a lomos de Trópico, templado, a dos pistas con emoción y transmitiendo a los tendidos lo que ocurría en el ruedo.

Después Apolo puso el resto; rejoneo de cercanías, de emoción y de exposición, porque en un par a dos manos ofreció la barriga del caballo con especial riesgo. La plaza ya estaba entregada cuando remató con dos rosas, pero su fallo con el rejón de muerte oscureció lo que debió ser un triunfo rutilante.

Galán ofreció grandes momentos, pero solamente pudo cosechar una oreja con la que coronar una soberbia faena. La única pena es que el enemigo apenas tuvo trapío, sí buena condición, pero era un zapatito digno de quien está empezando y no para figuras consagradas.

Hermoso lidió el único ejemplar de Castilblanco con trapío. Y lo hizo con maestría, ofreciendo mucha torería a lomos de Beluga y con riesgo cuando cabalgó sobre Dalí. Un buen par a dos manos en terreno de tablas, cuando ya el toro buscaba refugio, subió el calor en los tendidos, pero su error en la suerte suprema dejó todo sin trofeos.

Para Moura era difícil el reto de salir después de dos buenas faenas de figuras como Hermoso y Galán; el portugués, aunque le costó arrancar, rayó a buen nivel y dio la cara en el feo ejemplar con el que se cerró la feria.

En la primera parte del festejo faltaron toros para que los rejoneadores se pudieran lucir. Los de Castilblanco, con muy poca raza, se apagaron demasiado pronto, y las labores de los caballeros fueron breves. Más la de Sergio Galán, que tuvo que enfrentarse a un lesionado ejemplar, ante el que cualquier exhibición de doma era un ejercicio carente de brillo.

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