Feria de córdoba

A zurcir telas toca, señores

  • La corrida de Buenavista, remendada con uno del hierro de Albarreal, dio al traste con las esperanzas de los aficionados, que esperaban con ansia a tres de los toreros más en forma del momento

Estaba el ambiente raro. Y debe ser porque había tantas ganas de ver bien a los tres integrantes del cartel que los aficionados tenían ansia de buen toreo, que no de triunfo, porque no es lo mismo. Porque al buen aficionado, más que los trofeos, le importa el buen toreo, el que practican Morante, Perera y Luque. Pero ayer se fueron con los capotes destrozados de los gañafones que tiraba la floja y descastada corrida de Buenavista. Y tiraban gañafones porque de puro flojos se defendían. Sólo se salvó el tercero, pero Luque no le supo dar al animal lo que pedía. Por eso, la de ayer fue la tarde de los zurcidos en el capote. Porque todo lo bueno que hubo fue enganchado o desbaratado al final.

Para muestra un quite de Morante a la verónica que nos dejó la miel en los labios porque el animal le enganchó el capote al final de viaje. Y eso que el planteamiento de las dos y media verónicas que consiguió fue el propio de la casa, pero no hubo remate y fue una pena que no hubiera remate. A Morante le pasó ayer lo que al respetable. Que estaba raro, quizá porque, como el respetable, tenía ganas de que sobre el albero hubiera buen toreo y se estrelló con dos toros a contraestilo. El primero de su lote fue un bruto con genio y sin fuerza, y de este cóctel sólo salió amargura, pues de haber habido otra casta...

Con todo y con eso Morante consiguió cinco o seis muletazos con la mano derecha de calidad. Lo bueno llegó después de las probaturas, que fueron muchas en una faena con altibajos. También consiguió algún natural suelto, pero la faena no pudo levantar el vuelo.

En su segundo, Morante pechó con un toro que llevaba la cara a media altura que también le enganchó. Fue en éste cuando se frustraron las verónicas del quite en el caballo porque el recibo de capote fue por delantales pintureros. Tenía ganas el torero y tenía ganas el público de verlo. Venía de Sevilla y de Madrid de bordar la gloria, y ayer sólo consiguió zurcidos.

Comenzó la faena de muleta sentado en el estribo muy valiente y torero y eso hacía presagiar algo grande. Luego empezó a torear por alto y hubo un ayudado por bajo por el pitón derecho de cartel de toros. Lo mejor de la tarde. Muletazo sin roto, auténtico. A partir de ahí, Morante sólo pudo estar aseado y plantear faena como pudo porque su oponente llevaba la cara a media altura y se defendía. Al final se quedó el toro parado y Morante fue a por la espada. Sólo atisbo por tanto hubo en la faena de lo que se esperaba de él.

Perera estuvo en buen son en el primero de su lote. No obstante, a la faena le faltó profundidad porque el toro, que era noble, se fue parando como el resto de la corrida. Sus tandas a este animal fueron las más aseadas de la tarde. El de Buenavista, que había realizado una gran pelea en varas, aceptó las primeras tandas del extremeño, que fueron reposadas y mientras se dejó tuvieron largura y ligazón. Todo iba bien hasta que en un cambio de mano perdió el diestro la muleta. Y es que el toro empezó a avisarle hasta tres veces por el pitón izquierdo, por lo que se llevó una voltereta muy fea de la que salió ileso. Luego llegó otra tanda por la derecha con uno de pecho que fue de lo mejor de su actuación. A partir de ese momento, el toro rompió en marmolillo y Perera se pegó un arrimón de esos que sólo provocan que el sastre tenga que zurcir la muleta al terminar la corrida. Al final, como está mandado, llegaron las manoletinas y poco más. Con el segundo de su lote, sólo pudo estar aseado, sin más. Sólo hubo muletazos sueltos sin ajuste, y parón.

El tercero del cartel, Daniel Luque, se equivocó con el que fue el toro con más calidad de la tarde. Se llamaba Diminuto y salió en tercer lugar. Por la mañana gustaba mucho en los corrales de la plaza pues, según decía el mayoral, Diminuto es hijo del famoso Diminuto que indultó Finito en la Feria de Jaén del año 2002, un día antes de casarse. Por reata y por hechuras debía ser toro de triunfo. Y quizá lo fuera, aunque se apagó en la muleta.

Con todo y con eso Daniel Luque no estuvo fino, aunque con la capa lo toreó bien, con plasticidad. Hubo dos verónicas y una revolera de gran calidad. Las razones: de inicio lo tanteó por el derecho y realizó un cambio de mano con mucho estilo. Su primera tanda fue muy buena con la derecha y el de pecho resultó enorme, y a partir de ahí se acabó. Comenzó a arrimarse, a mostrarse encimista, a dejarse tocar la taleguilla por el toro, cuya invalidez se acentuó aún más por esa falta de aire. Se cambiaba la mano, tiraba el estoque y estaba sobrado, pero es que el toro era la bondad con pitones. Estos alardes no están mal para calentar el ambiente, pero deben llegar después de haber agotado todas las posibilidades del toro, cosa que Luque no hizo. El segundo de su lote, de Albarreal, sólo permitió al de Gerena pegarse otro arrimón y trapacear, pero poco más. Lástima.

Al final, en la tarde de expectación de ayer, con un ambiente extraño, en el que las ganas de ver torear se esfumaron por culpa del ganado, sólo quedaron rotos en los capotes y la taleguilla de Perera. Hoy sólo los zurcidos recuerdan lo que pudo ser y no fue.

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