El verano de mi vida

"A la alegría de cumplir su sueño se unió subir a un avión por primera vez"

  • hIGINIO ALMAGRO Es delegado de la Junta de Igualdad, Salud y Políticas Sociales. Natural de Colomera, se licenció en Ciencias Políticas y Sociología. Recuerda la estancia en Disneyland París junto a su familia y como guardó el secreto del destino a sus hijos hasta antes de subir al avión.

El verano de 2010, en el que todavía era Aeropuerto de Madrid-Barajas, esperaba junto a mi familia para embarcar con destino a París, o mejor dicho Disneyland París. Pepi y yo sabíamos que había llegado el momento de decir a nuestros hijos el destino del que sería el primer viaje 'largo' que haríamos todos juntos, en familia. Ella y yo nos habíamos conjurado para guardar el secreto hasta el último momento, pero ahora, a punto de que comenzara el tedioso trámite de embarque del vuelo, llamamos a Higinio, de siete años y a Cristina, de cuatro, para desvelarles nuestro destino.

Ese año Pepi y yo no tuvimos ninguna duda para cerrar las vacaciones de verano, al menos unos días de las mismas. Durante los últimos meses, Higinio no perdía oportunidad de hacer públicas, cada vez con más frecuencia, sus ganas de conocer algún día a sus héroes: Hércules, Aladdin o Buzz Lightyear. Y la oportunidad se presentaba con cada nueva película, con cada noticia que veía sobre Disney, ya fuera en cine o en televisión.

A la alegría infinita de conocer que en breve iba a hacer realidad su sueño infantil se unió la aventura de subir a un avión por vez primera: la carrera para tomar velocidad, el despegue… Una vez que la aeronave alcanzó la altura óptima en el aire, Higinio lanzaba una tras otra todas las preguntas que se le venían a la cabeza sobre el vuelo, alternándolas con otras que le surgían sobre las cosas qué haríamos cuando llegáramos a Disneyland. Un torrente que parecía no iba a tener fin.

Otra sorpresa para Higinio fue que las habitaciones del Hotel Santa Fe, el elegido para hospedarnos, se inspiran, o al menos se inspiraban en aquella época, en la película Cars, una de sus preferidas. Se encuentra ubicado en las cercanías del Lago Disney, a 1,5 kilómetros de distancia, a unos escasos 15 minutos de este parque temático.

Decir que durante los siguientes cuatro días la sonrisa no abandonó la cara de ninguno de los cuatro sería un 'pelín exagerado' pero no una 'tremenda exageración'. Mientras que Pepi y yo nos reencontrábamos con Alicia, Indiana, Peter Pan o protagonistas del Nautilus, como el capitán Nemo, o de Star Wars, como Darth Vader, los niños disfrutaban con las numerosas princesas Disney, Tarzán, Flynn Rider o los ya mencionados Hércules y Aladdin.

El nexo de unión entre ellos y nosotros corrió a cargo, como no, de los clásicos la factoría Disney que deambulaban a nuestro lado. En este sentido, Dumbo, Minnie y Mickey, Donald y Daisy, Goofy o Pluto, actuaron como auténticos catalizadores de la edad. Así, si el viaje tenía como fin sorprender y hacer disfrutar a los pequeños, el objetivo se consiguió por partida doble dado que también lo hicimos los mayores.

De la mañana a la noche las horas transcurrieron entre actividades, atracciones, espectáculos en vivo y desfiles hasta acabar rendidos. Es verdad que en este tipo de lugares los más pequeños de lo que más disfrutan es de los columpios, de las atracciones, pero, a mi juicio lo que les da identidad, lo que marca su carácter, son las exhibiciones… Si volviéramos todos juntos ahora estoy seguro que habría menos columpios y más espectáculos. Pero en aquella ocasión, no nos quedó otra a Pepi y a mí que 'arremangarnos' y disfrutar dejando salir al exterior ese niño que todos llevamos dentro.

Con todo, intentamos persuadir a Higinio y a Cristina para que dedicáramos un día a visitar París con el 'caramelo' de subir a la torre Eiffel, pero no hubo forma de que ésta ganara la partida frente a la magia. Al menos en esa ocasión, años más tarde o argumentamos mejor o ellos fueron más comprensivos.

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