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El pueblo de La Peza resiste de nuevo el asedio de las tropas de Napoleón

  • Cada año esta localidad reconstruye la defensa de su territorio como hicieran sus antepasados frente a los franceses, en una fiesta que aspira a ser reconocida como de Interés Turístico

La Peza ofreció ayer un viaje al pasado y recreó, con la participación de casi la totalidad de sus 1.300 vecinos, la batalla que emprendió hace más de dos siglos Manuel Atienza, el Alcalde Carbonero frente a las tropas de Napoleón, episodio que inspiró al escritor Pedro Antonio de Alarcón para escribir una de sus Historietas nacionales (1859). La historia se ha convertido en su artillería para ganar una guerra local que busca conquistar turistas desde el orgullo y el recuerdo de la valentía de sus ancestros.

El viaje al pasado de este pueblo de la comarca de Guadix arranca con la figura de vecinas con faldas largas, camisas blancas y corpiños; por su parte, los hombres se caracterizan con pelo y barba frondosos, al estilo hipster rural, y una piel ennegrecida por el sol.

Los vecinos trabajan durante meses para preparar todos los detalles de la recreación

La alcaldesa de La Peza, Celia Santiago, se convirtió en una más de las actrices y, junto a sus vecinos, dio vida a la recreación que diseñan durante meses para mostrar aquella batalla contra las tropas de Napoleón Bonaparte en la que no ganaron, pues el alcalde decidió morir antes que entregar su pueblo. Según recoge el libro de Alarcón, el Carbonero se lanzó desde un tajo diciendo "yo soy la villa de La Peza que muere antes de entregarse".

"Todo el mundo está revolucionado esperando que lleguen los franceses, desde las once de la mañana con la recepción del alcalde y la comitiva que ha ido a la iglesia para el reencuentro con mujeres y los niños, a los que hay que llevar a Sierra Nevada para salvarlos", explicó la alcaldesa de la localidad.

Rememoran así la pelea por no rendirse que iniciaron unos vecinos de La Peza armados con troncos de árboles, "armas blancas y negras", aquellos que querían demostrar que "saben morir, como murieron los vecinos de Madrid el 2 de mayo, o vencer, como vencieron los vecinos de Bailén", según inmortalizó Alarcón.

Aquellas municiones se convierten hoy en un reclamo turístico que llena la plaza del pueblo de visitantes y de aquellos vecinos que emigraron y ahora regresan para participar en esta demostración de orgullo y volver a conectar con sus raíces.

El grueso de la recreación histórica se desarrolla desde las siete de esta tarde, pero desde bien temprano La Peza luce como un pueblo rural de principios del siglo XVIII en el que los lavaderos centenarios recuperan su uso y los aldeanos secan tomates, hacen pleita o jabón y cocinan migas de pan de esas que calmaban las hambrunas.

"Todo está preparado para ese viaje a un pueblo transformado que retrocede a la Guerra de la Independencia", apuntó Santiago, que incide en que se recrea la historia pero, sobre todo, "el sentimiento de orgullo, y ese sentimiento no nos lo quita nadie", sentenció la alcaldesa.

Alfredo Fernández fue el encargado de dar vida a Atienza, aquel Alcalde Carbonero que animó desde el balcón a sus vecinos a combatir a los franceses y que en un último acto preparará el cañón de madera de encina que explotó y forzó el repliegue de los soldados franceses.

Este reclamo turístico nació en 2010 para celebrar los dos siglos de aquel episodio histórico y salió tan bien que el Ayuntamiento ha apostado por él para ser fiesta de Interés Turístico.

Para preparar la recreación los vecinos trabajan durante meses en talleres de vestuario histórico para esquivar anacronismos y en otros con los que aprender a fabricar las camillas y el hospital para los heridas, las vendas de antaño o a dibujar heridas, maquillaje artesanal para dar realismo a una cita en la que comparten escenario nonagenarios y jóvenes voluntarios.

El repique de campanas y los tambores marcan la llegada del enemigo, unas tropas de Napoleón representadas por voluntarios de diversas asociaciones jienenses porque, como ha recalcado Santiago, "en el pueblo nadie quiere hacer de francés".

Aunque perdieron la guerra, Atienza no se dejó matar y sigue arengando a sus vecinos a ganar batallas, sean las que sean.

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