Lautaro Acosta empieza a recuperar la sonrisa aunque aún no las tiene todas consigo. El atacante está metido con todo su empeño en una lucha contra el quirófano, que quiere evitar a toda costa por lo que tendría de inconveniente con vista a la preparación de la próxima campaña. El martes se calzó las botas y compitió cerca de una hora en el encuentro entre un equipo de no habituales y el Sevilla Atlético que cerró el programa Sácale partido al cole. Y no sufrió dolor. Y ayer, en el regreso al trabajo del equipo tras cuatro días de asueto, volvió a disputar un partidillo de preparación para el partido de Soria y tampoco se resintió ostensiblemente.

Como es lógico, el futbolista sigue sintiendo algunas molestias mínimas en ese tobillo derecho que ha sido su particular calvario desde que sufriera un simple esguince el pasado mes de octubre, en el partido ante el Stuttgart. Pero ya no sufre ese dolor que le impedía desarrollar una actividad deportiva normal y que era fruto de la calcificación en la zona afectada por la distensión de ligamentos. Ahora, dado que el encuentro no tiene trascendencia alguna, Acosta podría formar parte de la expedición que viajará el sábado a Soria para cerrar la temporada ante el descendido Numancia. El domingo, si su evolución sigue siendo positiva, podría saltar al terreno algunos minutos, para conocer las sensaciones en un partido de competición.

Al ex futbolista de Lanús se le vienen aplicado corticoides para deshacer la calcificación de la zona desde su última visita a la clínica USP La Esperanza de Vitoria, adonde volverá en breve para someterse a una revisión que indique cómo está la articulación y si, definitivamente, el problema se está solucionando o va a ser imposible evitar la intervención quirúrgica. La prueba de Soria, con la anuencia del cuerpo técnico, podría ser una buena piedra de toque para Acosta, que tiene esperanzas de no pasar por el quirófano.