Sevilla

Una venganza por un secuestro pudo originar el tiroteo de las Tres Mil

  • Una niña de 7 años muere víctima de un error de los agresores, que buscaban a un delincuente que habría raptado a un familiar suyo hace unos meses.

Una venganza por un secuestro pudo ser el origen del tiroteo ocurrido la noche del martes en las Tres Mil Viviendas, en el que murió una niña de siete años, Encarnación S. S., víctima de una equivocación de los agresores. La menor se encontraba cenando en el salón de su casa con sus padres y hermanos cuando fue abatida por una de las balas disparadas desde la calle presuntamente por varios miembros de un clan asentado en el Polígono Sur, que habría querido vengarse del rapto sufrido hace unos meses por uno de sus integrantes.

Los hechos ocurrieron sobre las once y media de la noche del martes en el conjunto 2 de la calle Orfebre Cayetano González, una zona de la barriada de Murillo conocida como los Amarillos por el color de las fachadas de los bloques. A esa hora al menos seis o siete varones, según los testigos, llegaron a la puerta del número 328 de esta calle y efectuaron varios disparos con pistolas y escopetas de caza. Los autores del tiroteo realizaron más de veinte tiros contra la puerta y las ventanas de una vivienda situada en la planta baja del bloque.

Los proyectiles alcanzaron a la niña y a sus padres en el interior de la casa. Una de las balas entró por la espalda de la menor y la dejó malherida. La niña fue trasladada por otros familiares al Hospital Virgen del Rocío, donde ingresó todavía con vida. Los médicos trataron de reanimarla y la operaron de urgencia, pero murió en el quirófano.

Según los datos del avance de la autopsia, la víctima recibió un solo disparo, que resultó "mortal de necesidad", ya que le entró por la espalda y le salió por la cara anterior del tórax, afectándole los pulmones y las arterias próximas al corazón. Sus padres también resultaron heridos, pero de carácter leve. La madre fue alcanzada en un brazo y permanece ingresada en el mismo hospital en el que falleció su hija.

Aunque los investigadores no descartan todavía la hipótesis de un ajuste de cuentas por una deuda relacionada con el tráfico de drogas, a medida que avanzaba la jornada de ayer la Policía se centra más en la línea de una venganza por un secuestro ocurrido hace unos meses. El rapto se habría cometido en primavera y lo habría protagonizado un delincuente afincado en un municipio del Aljarafe pero originario de las Tres Mil Viviendas. Este hombre habría convencido a un joven de 20 años, hijo de uno de los presuntos autores del tiroteo, de que cogiera una cantidad de unos mil euros para comprar un coche que había visto y que supuestamente era una ganga.

El chico le hizo caso y se llevó esta cantidad de dinero. Cuando subió al coche del delincuente, no lo llevaron a comprar el coche sino a un descampado del Aljarafe en el que lo retuvieron durante varias horas, le quitaron los mil euros y le propinaron una brutal paliza, así como varios navajazos. La Guardia Civil está investigando este asunto y todavía no ha detenido a los autores del rapto.

La noche del martes, alguien dijo haber visto en las Tres Mil Viviendas a este delincuente en casa de su madre, que vive en el mismo bloque que la niña tiroteada. Al oírlo, entre seis y siete familiares del joven secuestrado hace unos meses se dirigieron al edificio y, sin mediar palabra, vaciaron sus cargadores contra la casa en la que creían que se encontraba el secuestrador. Lo hicieron a escasa distancia de la puerta y de las ventanas. Alguno de los agresores llegó incluso a levantar la persiana para disparar hacia dentro de la casa. Sin embargo, dispararon por error contra la vivienda de una familia que no tenía nada que ver con la historia del secuestro.

Los agresores se marcharon a toda prisa del lugar de los hechos y continúan siendo buscados por la Policía Nacional, que a la hora de cierre de esta edición todavía no había realizado ninguna detención relacionada con el tiroteo. El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional se ha hecho cargo de la investigación del crimen y desde la noche del martes está inspeccionando el lugar de los hechos y buscando posibles testigos del mismo.

La Policía Científica también estuvo ayer inspeccionando el escenario del tiroteo y recogió más de una veintena de casquillos de un arma del calibre 9 milímetros y de cartuchos de escopeta, así como otras evidencias. También estaba previsto que se realizaran varios registros para tratar de detener a los autores del homicidio, si bien todo apunta a que éstos se han marchado de Sevilla. Por la tarde, el juzgado encargado del caso decretó el secreto de sumario.

El miedo a represalias permanecía ayer vivo en todo el Polígono Sur. Apenas una hora y media después del suceso se registró un nuevo tiroteo en la barriada Martínez Montañés, conocida popularmente como Las Vegas, que podría estar relacionado con la muerte de la niña. Tanto a algunos miembros del clan de los presuntos agresores como a otros de la víctima se les relaciona con el tráfico de drogas y ambos disponen de armas de fuego. Los agresores pertenecerían a un clan conocido como el de los Perlas, por el apodo de la matriarca, mientras que la víctima está emparentada con los Salguero, también llamados Marianos por el nombre de su patriarca.

Prácticamente todas las unidades de la Policía Nacional y Local que había en la ciudad durante la noche del martes al miércoles fueron enviadas a las Tres Mil Viviendas para apaciguar los ánimos y establecer un perímetro de vigilancia sobre toda la zona. En el hospital Virgen del Rocío también hubo una fuerte presencia policial, ya que un grupo de familiares de la víctima amenazaron con dirigirse al Polígono Sur para vengar la muerte de la menor. Aunque los agresores se hayan fugado, muchos parientes de estos viven en las Tres Mil Viviendas, de ahí que durante toda la noche se vivieran escenas de tensión, si bien finalmente los integrantes del clan de Los Perlas han huido del barrio para evitar represalias.

Durante la mañana de ayer la situación estuvo más calmada, si bien la Policía estableció numerosos controles en distintas calles del barrio. Los agentes, fuertemente armados, identificaban a personas e inspeccionaban vehículos en las inmediaciones de la barriada de Murrillo. El escenario del crimen seguía acordonado y con un equipo de la Policía Científica trabajando sobre la zona, al tiempo que los agentes del Grupo de Homicidios inspeccionaban la vivienda y buscaban testigos de los hechos. En la puerta del piso de la planta baja donde se produjo el tiroteo, protegida con una valla metálica de obra, aún permanecía colgada la ropa de la colada, mientras los numerosos impactos de bala podían apreciarse por toda la pared, la puerta y las ventanas de la casa.

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