Andalucía

el pellizco

NO hubo pinza ayer. Pero sí pellizcos. Castellar, el pueblo del que Felipe González es Hijo Adoptivo; Alcalá de los Gazules, donde el socialismo gaditano renació después de tragárselo la Guerra Civil y la dictadura posterior, o Almonte, bastión marismeño del PSOE. Javier Arenas le ha puesto las guindas a su victoria del 22-M en forma de alcaldes populares: si Suresnes hubiera estado en Andalucía en vez de cerca de París, lo habría intentado con gran regocijo. El pulgar y el índice del PP se han retorcido sobre la carne socialista gracias al par de fuerzas aplicada a conciencia por IU. No ha tenido la fuerza de aquella estrategia urdida por Julio Anguita y Luis Carlos Rejón a partir de 1994, aquel atajo virtual inventado en el domicilio de un director de periódico para sobrepasar al PSOE desde la izquierda; una ocurrencia que tuvo Andalucía como laboratorio de pruebas y que consiguió, para disgusto de sus creadores, la resurrección de Manuel Chaves, que pudo gobernar tranquilo desde 1996 hasta que desde Madrid le enseñaron la puerta de oro. No, esta vez no ha habido una pinza entre el PP e IU, pero sí unos cuantos pellizcos -algunos de ellos, de monja- que aconsejan cierta reflexión.

En 17 municipios andaluces hay alcaldes populares gracias a los votos o a la abstención activa de los concejales de izquierda; mientras en otros siete ocurre lo contrario: gobernará IU con los votos del PP. Claro, que en un Ayuntamiento como el de Cardeña, en la Sierra Morena cordobesa, los cuatro concejales socialistas han convertido en alcaldesa a la única edil del PP.

El coordinador de IU en Andalucía, Diego Valderas, destacó el viernes pasado que en más de 100 municipios andaluces habrá alcaldes socialistas con mayoría minoritaria gracias a su formación, mientras en otros 30, IU se mantendrá debido a los socialista. Efectivamente, no ha sido una pinza, aunque el día de ayer dejó algunos brazos doloridos de tanto pellizcos.

El apoyo de IU a alcaldes populares vienen a demostrar tres aseveraciones. La primera: el escaso mando que Valderas y su dirección regional mantienen sobre la militancia y los cargos medios. Bueno, Valderas y otros dirigentes federales, caso de Cayo Lara, que posiblemente asistan al encumbramiento de un presidente del PP en Extremadura gracias a la inhibición de su formación. Es como si IU tuviera miedo a gobernar, a implicarse en ejecutivos de coalición como ya le ocurrió en Andalucía en 1994.

La segunda es la tremenda pérdida de poder territorial de los socialistas. Es como si el sorpasso con el que soñaba Julio Anguita se lo hubiese dado el PP al PSOE. No había gran cosa que ofrecer a cambio: ni gobiernos municipales de coalición como los de Sevilla y Jaén del anterior mandato, ni Córdoba y casi ninguna diputación bicolor. Sólo lo será Huelva.

Y tercera: parece que IU también hubiera descontado que el PP gobernará en Andalucía dentro de nueve meses por mayoría absoluta. ¿Por qué tampoco interés?

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