El suceso ocurrió a finales del pasado mes de marzo en la capital y acaparó el interés de toda la prensa nacional. La pareja formada por Wilson y Miriam, de nacionalidad boliviana, denunciaba ante la Policía Nacional el supuesto robo de su bebé por una compatriota a la que iban a alquilar una habitación de su piso. El matrimonio no supo dónde estaba su pequeño durante 24 horas, hasta que los investigadores lo localizaron en manos de su supuesta secuestradora, que acabó siendo enviada por el juez a la cárcel de Albolote. Allí permanece desde entonces, pese a los intentos de su defensa de lograr su libertad provisional hasta la celebración de juicio. Y la vista está, como quien dice, a la vuelta de la esquina, pues este diario ha tenido acceso al escrito de acusación de la Fiscalía, un trámite que indica que la instrucción de la causa ya ha terminado y el enjuiciamiento está cerca.

En dicho documento, el fiscal del caso solicita para la acusada, María Norma A.V., de 33 años, cuatro años de prisión como supuesta autora de un delito de detención ilegal cometido al, presuntamente, haber secuestrado al bebé, que tenía entonces dos meses, sin ponerse en contacto con sus padres durante todo el tiempo que lo tuvo consigo. Por contra, la procesada niega haber robado o raptado al retoño ni haber tenido intención de quedárselo. Simplemente, según su versión, se quedó cuidándolo mientras su madre iba a una entrevista de trabajo.

¿Pero cómo sucedió todo? Según la versión de la acusación pública, plasmada en el escrito de calificación provisional del fiscal, la acusada conoció a Miriam el 27 de marzo, cuando ésta estaba pegando carteles en la calle ofertando el alquiler de una habitación de la casa que habitaba en el barrio del Zaidín, en la zona de Fontiveros. María Norma le mostró entonces su interés por aquella habitación y, la tarde del día siguiente, quedaron en la zona donde se habían conocido, donde Miriam acudió con su pequeño. Ambas cogieron entonces un autobús en dirección a la Caleta y, una vez allí, entraron en un cafetería.

Tras unos minutos, Miriam decidió ir al baño, "momento que -según indica el escrito- aprovechó la acusada para hacerse con el hijo de dos meses de edad de Miriam, abandonando el lugar con el bebé en su poder sin dar cuenta de ello a su madre".

La acusada se marchó entonces a su domicilio (en Gonzalo Gallas) con el bebé y, poco después, quedó en visitar a una amiga suya. Se llevó consigo a la criatura y lo presentó a su amiga "como suyo propio, alegando que se llamaba Juan", dice el fiscal.

María Norma se quedó toda la noche en esa casa con el niño hasta que, a las nueve de la mañana, se fue a su lugar de trabajo: la vivienda de una persona de avanzada edad a la que cuidaba. Allí repitió a uno de los hijos de la persona mayor que aquel niñito era su bebé.

Cuando acabó su turno de trabajo, sobre las tres de la tarde, la procesada regresó a su casa en Gonzalo Gallas. Y allí fue localizada por la Policía Nacional que la detuvo por el presunto secuestro del menor, que no sufrió daño alguno.

La Fiscalía provincial de Granada, además de la pena de prisión, solicita que se le imponga una medida de alejamiento del bebé, para que no pueda acercarse ni comunicarse con él durante un período de diez años.

Junto a ello, pide expresamente que, en caso de ser condenada, Norma cumpla la pena en un centro penitenciario de España, "sin proceder a su expulsión del territorio nacional dada la gravedad de los hechos, y a pesar de encontrarse en situación irregular dentro del territorio nacional". El fiscal ha propuesto entre sus testigos, además a los padres del retoño, a las dos personas a las que Norma dijo supuestamente que el niño era suyo (su amiga y el hijo de la persona mayor), así como a los agentes de Policía Nacional que actuaron en este extraño caso de presunto secuestro.