Granada

El 20-N sitúa al PP en lo más alto

  • Los populares de Granada amplían en las elecciones generales la brecha que habían abierto en mayo y por primera vez en su historia aventajan en diputados a los socialistas, que siguen perdiendo votos

Si las elecciones municipales de mayo sirvieron para constatar un cambio de tendencia y reflejar el primer triunfo histórico del PP en la provincia, las generales de noviembre refrendaron claramente esa situación hegemónica de los populares. Baste un dato para decir hasta qué punto fue contundente su victoria: lograron 236.804 votos, casi el 50% de los emitidos y 52.000 más que los socialistas.

En esta ocasión, al PSOE no le quedó ni siquiera el consuelo de mantener sus bastiones. Por perder, perdió hasta en Baza, que hasta entonces parecía inexpugnable, y únicamente obtuvo más apoyo popular que su rival en Atarfe, Salobreña, Órgiva, Maracena o Pinos Puente. En sitios como Loja o Almuñécar, donde los populares habían llegado al poder local merced a pactos cuanto menos curiosos, no sufrieron ningún castigo por ello, sino todo lo contrario. Todo eso, por no hablar de sus plazas fuertes, como Motril y, sobre todo, Granada, donde la victoria fue aplastante.

Y sus fieles lo celebraron a lo grande, con la satisfacción del que recibe un regalo largamente esperado. Su presidente provincial, Sebastián Pérez, lo visualizó de forma tajante en su discurso cuando afirmó: "Ya nadie puede decir que esta provincia es socialista".

El PP, que obviamente también se benefició de esa tendencia generalizada en España que aupó a Rajoy al Gobierno con mayoría absoluta, había confeccionado una lista provincial liderada por Concha de Santa Ana, que en 2008 fue también cabeza de cartel. Pero la diferencia entre esa principiante cuya presencia parecía fruto de un acuerdo de mínimos y la parlamentaria baqueteada en la oposición que comparecía ahora era sustancial.

Detrás de ella, tres personas no demasiado conocidas para el gran público. El número dos fue para Pablo García, vicesecretario general del partido, alcalde de Albolote y hombre pujante y de total confianza de Pérez. Detrás se situó (o más bien cabría decir que situaron, porque fue algo decidido desde Madrid) el veterano Eugenio Nasarre, y en cuarto lugar José Miguel Castillo Calvín, un abogado que prácticamente se estrenaba en la política.

El propio Pérez continúa como senador, un cargo al que accede Antonio Ayllón. El PP estaba muy interesado colocar en la Cámara Alta porque no podía repetir como diputado autonómico y es alcalde en Armilla pero con mayoría simple, algo arriesgado.

El PP, por primera vez en su historia, ganaba 4-3 a su adversario (valga la comparación deportiva) y tumbaba al equipo que encabezó José Martínez Olmos, accitano, secretario de Estado de Sanidad y apuesta personal de Pérez Rubalcaba. Debuta como parlamentario, al igual que la número dos, Elvira Ramón (hasta ahora delegada de Salud de la Junta) y el incombustible Manuel Pezzi, al que, tras muchos años ligado al poder en distintas administraciones, le va a tocar hacer oposición.

Como en toda España, el PSOE se ve obligado a iniciar un periodo de reflexión interna que desembocará en el Congreso Federal del próximo mes de febrero. Hasta ahora, la autocrítica ha sido escasa. En la noche electoral, la secretaria provincial en Granada, Teresa Jiménez, culpó de la derrota a la crisis, a la dispersión del voto y a la abstención, tratando de convertir lo sucedido en una derrota dulce.

Casi nadie preveía un resultado distinto al que se dio, pero los pocos que apostaron a que Izquierda Unida lograra un diputado por Granada no se quedaron muy lejos de acertar. La formación ganó más de 8.000 votos respecto a las anteriores elecciones y lanzó a la arena política a un talento llamado Raúl García. El cabeza de lista, una cara nueva, hizo un dignísimo papel basado en un discurso atractivo y premeditadamente alejado del de los grandes partidos.

También se afianzó UPyD, que volvió a ser la cuarta fuerza política más votada (muy por encima de fuerzas que, por el contrario, cada vez son más residuales, como el PA), y que tiene un importante granero de votos en la capital.

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