Granada

"¡Ojalá pudiéramos echar la crisis a la hoguera!"

  • Miles de personas se reúnen en torno al agua y el fuego en la mágica noche de San Juan Los hoteles rozan el lleno en una de las fechas más especiales en la Costa

Ni los atascos en la N-340 pudieron con las ganas de pasarlo bien. El litoral granadino recibió a miles de personas, que quisieron sumarse a la celebración de la noche de San Juan y conjugar en las playas de la Costa Tropical los elementos mágicos de la tierra, el fuego y el agua.

Al ser domingo, desde primeras horas de la mañana los coches ocuparon la arena para festejar la entrada del solsticio de verano con el típico ritual: el montaje de todo tipo de enseres para pasar la noche con familiares y amigos, como tiendas de campaña, toldillos y avances para evitar el relente nocturno.

Era todo un espectáculo ver el trasiego de personas provistas de alimentos y bebida, que se desplazaban incluso con carros de la compra en ristre para afrontar hasta altas horas de la madrugada la noche más corta del año.

En Almuñécar, una de las localidades donde más se celebra desde hace años esta festividad, el ambiente era inmejorable: los hoteles registraban el segundo lleno del verano, las terrazas llenas, presencia de público desde primera hora pero de forma ordenada, con un despliegue de medios para la seguridad.

También en la carretera hubo controles para evitar problemas. Las banderas verdes y un mar en calma favoreció la afluencia de público durante toda la jornada y el baño tradicional para recibir la entrada de la nueva estación del año con los típicos ritos de lavarse la cara para ganar en belleza. En esta noche de embrujo el satélite se aproximó lo más cerca a la tierra, y permitió contemplar una luna llena, más grande y más brillante, que envolvió aún de más magia la noche y que provocó un aumento de las marea, favoreciendo el chapuzón.

A medioanoche se prendieron la mayor parte de las hogueras que se habían sembrado a lo largo de las playas de la Costa granadina, lo que convirtió al litoral en una gran candela. De inmediato comenzaron a saltar alrededor de la lumbre. En Almuñécar y el resto de poblaciones, muchos de los presentes cumplieron con el ritual de anotar tres deseos en un papel y arrojarlos al fuego para confiar en que se cumplan, así como echar tres cosas negativas al mar, para desprenderse de estos elementos nocivos. Alguno, entre cervezas, bromeaba: "¡Ojalá pudiéramos echar la crisis a la hoguera!".

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