Granada

Multas de 150 euros para los padres de menores "pillados"

  • La Policía Local sancionó a 37 jóvenes menores de 18 años por beber alcohol en 2013 Sus familias o tutores deben recogerlos en la Jefatura y pagar las sanciones

El control del consumo de bebidas alcohólicas en el espacio público es una de los temas más controvertidos que atiende la Ordenanza de Convivencia. Granada es famosa por su botellódromo, un espacio situado prácticamente a las afueras de la ciudad donde los jóvenes llevan más de dos décadas consumiendo alcohol ya que era el lugar elegido para esta práctica incluso antes de que se oficializara como espacio autorizado para el botellón. La edad permitida son dieciocho años pero, ¿qué pasa cuando hasta el botellódromo se acercan menores de edad?

Según la concejal de Seguridad y Protección Ciudadana, Telesfora Ruiz, desde 2013 se puso en práctica una medida especial con los menores que son sorprendidos bebiendo alcohol. En concreto, se les lleva a la Jefatura de Policía Local, desde donde se avisa a sus padres o tutores, quienes tienen la obligación de responder subsidiariamente de su infracción. En ese primer año se denunció a un total de 39 menores mientras que en lo que va de 2014 se ha denunciado a 14.

Pero si hay un día que esta medida cobra importancia es durante la celebración de la fiesta de la primavera. Cada año más de 20.000 jóvenes se concentran en este espacio habilitado por el Consistorio para beber alcohol y supuestamente pasarlo bien. Desde Seguridad indican que el hecho de que todos los jóvenes se concentren en un mismo recinto facilita las labores de control. No obstante, siempre hay algún menor que se escapa y se cuela en la fiesta.

Además de controlar estrictamente el área del botellódromo, durante todo el año la Policía realiza una importante labor de patrullaje en otras zonas conflictivas donde se puedan producir conatos como la Glorieta de Arabial, el carril bici de Neptuno, la plaza de los Naranjos, las escalerillas de la Delegación de Hacienda y las plazas Carvajal, Romanilla, Trinidad y Sócrates, que se van modificando semana tras semana. En este sentido, la edil destaca que existen un total de 33 zonas de vigilancia programada para evitar la realización del botellón. Sobre la multa, la edil destaca que asciende a 150 euros, que se rebaja a 105 si se realiza pronto el pago.

Pese a la ardua labor de vigilancia todavía existen lugares donde los vecinos son molestados a media noche, sobre todo durante el invierno, cuando hay un mayor flujo de estudiantes residiendo en la capital. Por ejemplo, vecinos del entorno del Parque del Genil han denunciado en varias ocasiones la proliferación de botellones espontáneos hacia las dos de la mañana en los bajos de sus edificios. Un hecho que queda patente al día siguiente cuando encuentran restos de botellas y vasos en el entorno de la urbanización. La cercanía con la Mae West es el principal aliciente para la práctica de botellón en esta zona, pues hay jóvenes que no quieren andar desde la zona del Hipercor, donde se sitúa el botellódromo, hasta la discoteca. El mismo problema lo encuentran algunos vecinos que residen cerca de la sala Forum.

Por otra parte, la asociación de vecinos del Bajo Albaicín ha denunciado también botellones esporádicos en Puerta Monaita. En este sentido, aunque resulta complicado pillar in fraganti estos focos, desde el área de Protección Ciudadana inciden en la importancia de denunciar los hechos para que hasta el lugar se desplacen efectivos locales.

Por último, y también referido con el alcohol, destaca la proliferación del turismo de borrachera motivado sobre todo por las despedidas de soltero que se organizan en la capital. El principal conflicto lo tienen los bares y restaurantes del centro de la capital, en especial de la calle Navas. Aquí, los restauradores indicen en dos hechos. En primer lugar en las falsas expectativas que traen los grupos de las despedidas que creen que con una tapa se come y terminan ocupando restaurantes enteros con megáfonos, disfraces absurdos y generando molestias en general para no gastar prácticamente nada. En segundo lugar, la suciedad que originan, pues según denunciaron recientemente algunos vecinos, estos jóvenes no dudan en hacer sus necesidades en plena vía pública.

Por eso, las empresas de hostelería del centro piden un mayor control policial en estas zonas para evitar que este turismo de borrachera, que apenas genera ingresos, no se termine por implantar en la capital. No obstante, con la aprobación de la conocida como Ley Antibotellón, controlar estos focos mediante patrullas consigue reducir sus consecuencias.

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