Granada

El ADN confirma que el cadáver hallado en Barcelona es de la joven desaparecida en Motril

  • La familia se desplazará en los próximos días hasta la capital catalana para realizar los trámites de traslado del cuerpo

Los resultados de las muestras de ADN practicadas al cadáver hallado a principios de este mes en un piso de Barcelona han confirmado que se corresponde al de la joven de 27 años de Motril que permanecía desaparecida desde el pasado 4 de octubre.

Según han informado fuentes judiciales, los resultados, que fueron dados ayer a conocer a los familiares, han sido "coincidentes" entre las muestras enviadas de los padres y los de la joven que fue encontrada muerta en Barcelona. El avanzado estado de descomposición en el que se encontraba el cuerpo motivó que el Juzgado número 33 de Barcelona solicitara a los familiares de la joven pruebas de ADN para confirmar su identidad. Los familiares se desplazarán en los próximos días a Barcelona para realizar los trámites de traslado del cuerpo.

La joven desaparecida residía en la capital catalana desde hacía dos años donde trabajaba, según contó a su familia, en un hotel. El día anterior a su desaparición cumplió 27 años, por lo que el 4 de octubre la llamaron "para ver qué tal lo había pasado", narró la madre, quien aseguró que la conversación terminó "porque empezaron a temblarle las manos". María Fenety sufría epilepsia y necesitaba una medicación diaria y de por vida.

A partir de ese momento, la familia no supo nada más de la joven, por lo que pasadas las 48 horas legales la Policía Nacional comenzó a investigar su paradero.

Para sorpresa de la madre y de los propios agentes policiales, no aparecía registrada como trabajadora en ningún hotel ni estaba dada de alta en la Seguridad Social. A pesar de que necesitaba los fármacos para controlar los ataques de epilepsia, no había rastro de que María Fenety los hubiera retirado de ningún centro médico ni farmacia de Barcelona. La joven, que colgó el teléfono supuestamente por un ataque epiléptico, no pasó por ningún hospital. El rastreo de su teléfono móvil, apagado desde e 4 de octubre llevó a la Policía Nacional a unas casas de okupas en la capital catalana donde "nadie sabía quién era".

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