ayer y hoy

Andalucía, los vándalos y los terroristas

  • Es injusto llamar vándalos a los terroristas Los vándalos se movieron por hambre y además desaparecieron en el siglo VI, los terroristas no Tal vez la palabra Andalucía venga de Al-Vándalus

Fue el obispo constitucional Henri Grégoire, diputado en la Convención francesa en plena Revolución (1794), el que puso de moda el término vandalismo como recuerdo de aquel pueblo arriano que se atrevió a robar los tesoros cristianos. Los medios de comunicación califican el vil acto terrorista como 'vandálico', sinónimo de cobarde e ignominiosa salvajada. Y es que el diccionario acepta el término y todos entendemos su significado.

El vándalo fue uno de los muchos pueblos que procedente de la fría Escandinavia se adentró en el Imperio Romano buscando mejores tierras para sus familias; comida, en definitiva. Nos enseñaron en la escuela que penetraron por los Pirineos en el año 409, se asentaron unos años en la Bética y pasaron a África en el año 429 mandados por Genserico, muertos de hambre y empujados por los visigodos, hasta recalar en los ubérrimos trigales de la Tunicia. Había que buscarse la vida.

Su cortísima estancia en la actual Andalucía parece que dio pie a los árabes para denominar como Al-Andalus a la España de donde aquellos procedían (Al-Vandalus, Vandalucía). A lo mejor la palabra se relaciona también con el término 'atlántico'. De todas formas es bonito nombre que los andaluces presumimos de llevar con orgullo y que aparece por vez primera en una moneda del año 716. No nos debería hacer gracia a los andaluces que nuestra tierra llevara en la raíz de su nombre la mancha de lo 'vandálico' si no aclaramos antes quiénes eran los vándalos sobre los que pesa una injusticia histórica.

Los grandes pecados de los vándalos fueron ser arrianos, haber arrasado Braccara (Braga), la patria de Pablo Orosio, y haber asaltado Roma, sede del Cristianismo; y unos años antes Hispalis (Sevilla), de ahí la subjetiva Historia de los Reyes Vándalos, de S. Isidoro de Sevilla (Historia de regibus vandalorum…), basada además en la de Pablo Orosio que no los podía ver. Encima, en el ataque vándalo a la ciudad de Hipona en el año 430 muere nada menos que san Agustín, tenido por insigne padre de la Iglesia.

Con todas esas papeletas, a los vándalos les tocó jugar el papel de malditos salvajes para el occidente, según las fuentes de los historiadores cristianos; pero su proverbial crueldad no fue menor que la de cualquier otro de los muchos pueblos invasores que en la Historia han sido, incluyendo el propio Imperio Romano; la vertiginosa expansión árabe; la misma reconquista cristiana (talas e incendios incluidos); la cruel actuación de ingleses y españoles en América del Norte y del Sur; los voraces europeos saqueadores de África con aquellos vergonzosos repartos del siglo XIX, los holocaustos nazis, etc., hasta nuestros días. ¿Quiénes son más 'vándalos'?

Aunque las invasiones nunca están justificadas, el caso de los despreciables y fanáticos terroristas, los de la bomba indiscriminada sean del país o del signo que sean, no tienen nada que ver con los vándalos; y, aunque aceptamos el término 'vándalo' que da el diccionario como sinónimo de salvaje en su segunda acepción, a nosotros nos merecen más comprensión que los miserables terroristas que nos amenazan a diario. En primer lugar porque tal vez nuestra querida palabra Andalucía venga de Vandalucía; también porque un entrañable equipo de fútbol del granadino pueblo de Peligros lleva el nombre de Vandalia desde 1929 (Vandalia Industrial) y, además, porque los vándalos ya desaparecieron en el siglo VI, mientras que las organizaciones terroristas y los lobos solitarios, no. Están vivos y coleando y no precisamente muertos de hambre. De los otros 'vándalos' de guante blanco; los 'bándalos' con b; los de la banda de ladrones de buches llenos y dineros extramuros, hablaremos otro día, porque también hay unos cuantos en Andalucía.

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