Granada

Al otro lado de la tragedia

  • Un simulador de sismos, una rampa de evacuación de avión o una réplica de la cápsula que rescató a los 33 mineros chilenos, en el Parque de las Ciencias.

En 1979 un avión con 237 pasajeros y 20 tripulantes se estrelló en el monte Erebus, en la isla de Ross (Antártida). Se culpó de la tragedia al piloto. La investigación desarrollada por un compañero reveló que aquel siniestro se podía haber evitado. Una serie de fallos en cadena -cambiaron la carta de navegación un día antes del vuelo, no se informó de la modificación al piloto, éste sufrió lo que se conoce como efecto blanco, que impide ver el relieve- desencadenaron aquella tragedia que José Millán, comisario de la exposición SOS. La ciencia de prevenir, expuso como ejemplo de lo que pretende la muestra que ayer se inauguró en el Parque de las Ciencias, que podrá visitarse durante 2016 y que será itinerante. El accidente del monte Erebus sirvió para cambiar la legislación, modificar métodos de trabajo y revisar protocolos para mejorar la seguridad aérea.

La exposición es un proyecto internacional, en el que colabora el Museo Alemán DASA de la Salud en el Trabajo y la Industria en la ciudad alemana de Dormunt, y muestra tanto objetos empleados para hacer frente a un siniestro -desde un incendio- a simuladores que permitirán al público 'sentir' un terremoto de magnitud 5 en sus carnes. Ayer, la consejera de Educación de la Junta, Adelaida de la Calle -que abrió la muestra junto con el resto de representantes de instituciones y empresas patrocinadoras- no dudó en probar qué se siente cuando un edificio tiembla como consecuencia de un seísmo. "Estoy súper encantada de estar aquí", proclamó la consejera, que alabó el trabajo del Parque como "excelente".

Además del recinto expositivo, SOS. La ciencia de prevenir prevé incluir en su "ambicioso proyecto", como lo calificó Millán, charlas, conferencias, cursos o seminarios, en los que se abordarán tanto episodios trágicos como herramientas para prevenir y, sobre todo, para evitar víctimas. "El origen profundo de esta exposición es la fragilidad del ser humano" y el "inconformismo" ante ese papel de víctima, recordó el director del Parque de las Ciencias, Ernesto Páramo.

Desastres naturales: Autómatas diseñados para rescatar

Los desastres naturales tienen nombre propio. Haití, Katrina, Nevado del Ruiz. Nombrarlos es suficiente para recordar a miles de víctimas. Este apartado de la exposición del Parque de las Ciencias muestra los avances tecnológicos que se han desarrollado para predecir lo que se denomina desastres naturales -terremotos, inundaciones, erupciones, sismos, entre otros- como para mitigar sus efectos, sobre todo para la población. Hoy día existen autómatas, robots, que se emplean en el rescate de las víctimas de grandes tragedias como terremotos o inundaciones. Otro ejemplo son las boyas en el mar de alerta temprana, una de las herramientas que, desde el gran maremoto que asoló el sudeste asiático, se emplean para alertar a la población de la posibilidad de que un tsunami llegue a la costa. 

La muestra enseña estas herramientas y también la historia de algunos de los desastres naturales más devastadores, como la erupción del volcán colombiano del Nevado del Ruiz, que asoló la localidad de Armero en 1985, el huracán Katrina que barrió Nueva Orleans en 2005 o, más recientes, el terremoto de Haití (2010) o el tsunami de Japón de 2011.

En llamas: El ejemplo de la Torre Windsor

El fuego, ya sea urbano, forestal, en una factoría o en un bosque, suele ser sinónimo de desastre. Una de las áreas de la exposición está dedicada a los incendios y sus consecuencias. Uno de los siniestros que se recordarán en el Parque de las Ciencias es el de la Torre Windsor (2005), un rascacielos que ardió de forma espectacular cuando el bloque era objeto de reforma. Lo aparatoso del fuego -el edificio contaba con 106 metros de altura- y de las tareas de extinción  hacen de este suceso un digno exponente de lo que es un incendio urbano.

También se abordan los incendios forestales. En la exposición se relatan las consecuencias del siniestro que en 1916 destruyó seis ciudades en Canadá y arrasó 2.000 kilómetros cuadrados.

¿Qué se ha hecho desde entonces? En el Parque se exhiben los avances tecnológicos que se emplean en la prevención de las llamas y en la extinción, como los depósitos planeadores autónomos o un equipo de descarga de agua.

En el ámbito de los incendios industriales, se enseña la experiencia del caso de la refinería de Escombreras (Cartagena) en 1969 que causó cinco víctimas mortales.

El trabajo y la industria: Chernobil, la catástrofe del siglo XX

Otro de los espacios de la muestra está destinado a repasar desastres como el accidente nuclear de Chernobil (1986), un acontecimiento que marcó aquella época y que, desgraciadamente, ha tenido su réplica en el siglo XXI en el accidente nuclear de Fukushima.

El estallido de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon (Estados Unidos), el accidente químico de Seveso (Italia), el derrumbe de la mina de San José (Chile) son algunos de los siniestros que se pueden recordar. Destaca la presencia en el Parque de las Ciencias de una réplica de la cápsula Fenix 2, que fue utilizada para el rescate de 33 mineros que quedaron atrapados durante 70 días a 720 metros de profundidad. El suceso fue ampliamente cubierto por los medios de comunicación y ya cuenta con una versión cinematográfica.

Factor Humano: Los héroes y el héroe que llevas dentro

Esta área sirve de conexión con las otras cuatro. Se relatan aquí las historias de los protagonistas de los diferentes accidentes que se han analizado, aquellos que salvaron vidas.

La muestra permite, además, experimentar y "conocer al héroe" que cada uno de los visitantes "lleva dentro", según explican desde el Parque de las Ciencias. Así, el público podrá subirse al giroscopio, un artilugio empleado en los entrenamientos de pilotos y astronautas de la NASA y que, a buen seguro, será una experiencia muy demandada por el público.

José Millán, comisario de la exposición, subrayó en la presentación la importancia de conocer estas historias humanas, incluso las historias que denominó de "segunda generación que genera un accidente", aquellas experiencias que sufren no sólo las víctimas directas, también sus familiares o entorno, y su relato, que puede ser útil para conocer qué ocurrió. Millán recordó el relato de una granadina a cuenta del accidente aéreo en Sierra Nevada de 1964. "Junto al monolito que recordaba a las víctimas siempre había una mujer. Era la madre del piloto". Se había traslado de Francia a Granada para cuidar los restos de su hijo.

El transporte: Accidentes por tierra, mar y aire

Es quizá el siniestro con el que más familiarizado esté el público que visite la muestra del Parque de las Ciencias. Quien quiera podrá probar en un simulador qué se siente al volcar un coche, una experiencia con la que se prevé afianzar la teoría que en materia de prevención de seguridad vial ya tiene la mayoría de estudiantes que recalarán en la exposición.

Hundimientos, choques, descarrilamientos, accidentes aéreos... el abanico de accidentes relacionados con los medios de transporte es variado. Algunos traspasaron las páginas de sucesos de los periódicos bien por la dimensión de la tragedia bien por el número de fallecidos. Así, se recuerda al Costa Concordia, hundido en 2012, el accidente de la autopista Bilbao-San Sebastián, que se saldó con 17 víctimas mortales, o el siniestro del túnel de Montblanc.

Además del simulador de vuelco, en el espacio destinado a la exposición -2.000 metros cuadrados- se ha instalado una cabina de avión con el equipo de emergencia necesario para salir del aparato si hay un accidente. Quien quiera, podrá probar -y practicar- cómo lanzarse por la rampa de evacuación de una aeronave.

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