Granada

"El periodista tiene que luchar contra una audiencia anestesiada y sin espíritu crítico"

  • La reportera denuncia ante centenares de jóvenes de un instituto granadino las injusticias sociales que ha visto y la presión que sufren hoy los informadores por sus empresas, que les exigen espectáculo

Es difícil encontrar referentes en el periodismo que sepan transmitir tanto en tan poco tiempo. Ella lo conseguía en 1,10 minutos. Esta "ciudadana del mundo", como la presentó el director del IES Politécnico Hermenegildo Lanz, llegó ayer a Granada con una mochila repleta de vivencias, de enseñanzas y, lo que es más importante, de valores, que sembró en dos horas entre centenares de jóvenes. Calaf (Barcelona, 1945), prejubilada de TVE hace dos años tras trabajar como corresponsal durante más de 40 en Moscú, Viena, Buenos Aires, Nueva York, Canadá, Roma y Asia Pacífico, todavía mantiene la estética que le hizo tan popular (mechón blanco sobre un pelo rojo fuego y pendientes grandes). Abrumada por las peticiones que le llegan desde toda España para dar conferencias sobre periodismo, derechos humanos, mujer o política, acude allí donde le llaman y lo que encuentra no puede ser más gratificante: muestras de cariño y admiración. Disfruta de un estatus privilegiado en el que la gente le devuelve lo que ha sembrado: un periodismo comprometido que apenas sobrevive ya a los intereses económicos y políticos de los grupos de comunicación.

-Usted maneja cifras sobre la pobreza en el mundo como si fuera una estadista cualificada...

-Bueno, en el mundo hay 192 países y yo he estado en 170 (y pienso ir a los 22 que me faltan). He vivido en muchos lugares donde lo único que puede hacer la gente es nacer y morir y, entre medias, sólo sobrevivir. Al contrario de lo que se cree, el mundo tiene algunas bolsas de riqueza y mucha, mucha pobreza.

-Denuncia las injusticias que ha visto como corresponsal, ¿por qué mantiene ese compromiso?

-Los medios de comunicación cada vez están menos al servicio de la sociedad y se sirven más de ella. Antiguamente los periodistas tenían conciencia de que su labor era un servicio público, que debían informar a la población para que luego pudiera tomar decisiones. Eso les obligaba a ser fuertes como para enfrentarse a los poderes políticos y económicos imperantes. Pero ahora son un negocio más. Los grupos empresariales tienen a los medios a su servicio y convierten la información, algo tan frágil, en simple mercancía.

-¿Cuál es el cambio más radical que ha vivido en televisión?

-La aparición de los canales privados. Pensamos que con ellos habría más pluralidad y cohesión social, pero no ha sido así. Empezaron a funcionar dominadas por unos intereses que, en ningún caso, era la excelencia informativa.

-¿Qué le parecen los avances tecnológicos que hay ahora?

-Con internet tenemos otra oportunidad, aunque lo importante es poner las herramientas al servicio del contenido. De qué sirve que un corresponsal cuente en un par de minutos que acaba de llegar a un sitio, que está desplegando su equipo y sólo describa lo que tiene alrededor si no da un mensaje.

-¿Hasta qué punto ha tenido que lidiar con la censura?

-Los medios ejercen la mayor censura en el control de la selección de temas, pero siempre he tenido libertad con TVE. Los corresponsales aprendemos a lidiar con ella, sobre todo en los países donde lo hacen de forma sibilina. Aunque hay muchos periodistas desaprensivos que no les importa fastidiar a sus fuentes. A algunos se les olvida que, cuando se van, ellos no sufren las consecuencias del gobierno opresor, pero los informadores sí. Eso lo viví muy de cerca en Corea del Norte y en la China Olímpica.

-Pero Occidente admira el desarrollo asiático...

-Las empresas occidentales están en connivencia con la censura de estos gobiernos porque no quieren perder parte del pastel que suponen millones de internautas.

-¿Qué valores debe mantener un periodista hoy en día?

-Debe ser veraz, honesto y comprometido con la información, sin demostrar grandes dotes de histrionismo. Tiene que resistir entrar en el juego del espectáculo solo porque éste sea más rentable y evitar informar para emocionar en vez de para dar conocimiento. [Y cita a Malroux] 'La verdad de un hombre está, sobre todo, en lo que éste oculta'. Un periodista debe luchar contra su empresa, que le pide espectáculo, y contra la audiencia, que está anestesiada y ha perdido su espíritu crítico.

-Nos estamos quedando sin referentes en este oficio...

-Sí, y eso me hace recordar en lo que más le preocupaba a Gandhi: la riqueza sin esfuerzo, el comercio sin moral, la política sin principios, la devoción sin sacrificio, el placer sin conciencia y la ciencia sin humanidad.

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