despedida | escritor, profesor y viajero incansable

Villar Raso ya descansa "donde ríen las arenas"

  • El escritor fallecido esta semana deja una amplia e interesante obra y un fabuloso recuerdo entre quienes lo conocieron El mundo de las letras y amigos acompañaron a su familia

Desde las alturas del cementerio de Granada, Africa parece más cerca. Incluso puede intuirse. No es tan difícil imaginar que un alma vuele libre, cruce el mar y llegue a este continente que Manuel Villar Raso amó con todo su corazón. Y más, cuando el sol es dulce, el cielo completamente azul y la brisa agradable, como la mañana que despedimos a Manuel Villar Raso. Familia, amigos, el mundo de las letras y de los viajes. Todos allí. Susurrando palabras que honraban a ese compañero cuya alma, probablemente, ya planeaba hacia el continente de los desiertos, de las ciudades enigmáticas, de la belleza en estado puro. Mauritania era una de las palabras que más se escuchaban en los corrillos. Desierto, otra. Y también gran escritor que permaneció fuera de los "circuitos oficiales", intrépido viajero, excelente persona, caballero castellano.

El autor de libros tan interesantes como Las Españas Perdidas (Colección Ultramarina, editorial Almed) se ha ido a los 76 años tras sufrir un cáncer pero su recuerdo y su obra permanecerán. Siempre que un escritor se va, el mejor homenaje es leerlo. Jerónimo Páez, abogado y editor lo recuerda así: "Era una persona entrañable, culta, siempre empezando nuevas aventuras o a la búsqueda de las raíces literarias de España y sobre todo de Andalucía, de su historia africana. Fue un pionero. Conocía África y le apasionaba, amaba el desierto. Allí viajó, dirigió varias expediciones en épocas en las que casi nadie miraba hacia el sur. Quiso además dar a conocer este impresionante y sufrido continente, que hoy día más allá de sus avances y retrocesos despierta y camina hacia un futuro prometedor. Recuerdo que cuando dirigía el Legado Andalusí y proyectábamos esta fundación para tratar el nexo de unión entre el Magreb, el norte de África, Andalucía y España, patrocinamos algunas expediciones a las grandes ciudades saharianas, como Oualata y Chinguetti. Manuel Villar fue uno de los grandes artífices de estas expediciones. El libro que publicamos, Las Ciudades Perdidas de Mauritania, uno de los primeros estudios rigurosos sobre aquella región y su conexión con Andalucía en la época medieval, se debe en gran parte a su trabajo, a sus conocimientos y su pasión. Otros muchos profesores le acompañaron como Rafael López Guzmán, Mauricio Pastor, Francisco Vidal, Antoni Orihuela, etc, todos ellos pueden dar cuenta de la categoría humana de Manuel Villar Raso. Hoy día le echamos de menos e imaginamos que su alma debe estar recorriendo de nuevo estos desiertos y estas impresionantes ciudades africanas que él tanto amó".

El poeta Rafael Guillén fue otro de los amigos más queridos para Villar Raso. Y también el pintor Jesús Conde, compañero inseparable en la mayoría de viajes y autor de las portadas de varios de sus libros. "A algunos de sus viajes íbamos veinte pero regresábamos ocho, porque la mayoría cogían el avión de vuelta. Eran viajes duros", recuerda. "Manolo, hombre de costumbres muy austeras no era un escritor al uso. Siempre me llamaron la atención sus descripciones perfectas, a pesar de que sus despistes eran gigantescos. En países donde el pasaporte es tu tabla de salvación, él lo perdía una y otra vez. Manolo ha inventado conceptos muy interesantes como Las Españas Perdidas que luego se han utilizado en política, un libro interesantísimo, se podría hacer una película. Otra novela suya que me encanta es La casa del corazón, sobre la muerte de su hermano minero, desde Pascual Duarte no conozco otra novela más descarnada", explica Conde.

Emocionada lo recordaba la poeta Angeles Mora. Con lágrimas en los ojos, la profesora de Literatura Angela Olaya, una de las pocas mujeres que participaron en aquellas primeras expediciones. "Cuando viajábamos, él jamás tomaba notas. Como yo anotaba todo, él siempre me decía, Angela, luego me dejas el cuaderno, pero nunca me lo pedía. Una vez que llegaba a un sitio y captaba lo esencial ya quería seguir a otro, consideraba que lo había vivido. Esas emociones las utilizaba para sus novelas".

La rectora Pilar Aranda, destacaba de Villar Raso que ha sido una persona "excepcional" para la Universidad. "Muy generoso y creativo". Está pensando rendirle homenaje desde la Facultad de Letras junto al arabista y escritor Emilio de Santiago, también recientemente desaparecido.

Fernando de Villena, Enrique Martín Pardo, Ana Jiménez, Pedro Enríquez… todos destacan cualidades de Manuel Villar Raso. "Valiente, sencillo, escritor hasta la médula con una sensibilidad poética que a veces pasaba desapercibida. Juntos hemos ido a leerles a niños de colegios e institutos", explicaba Enríquez. Andrés Soria Olmedo comentaba que sus escritos sobre Africa se convierten ahora en un tesoro, cobran más valor que nunca: "un aspecto añadido a su tarea de escritor". Su amigo y compañero de Universidad Leopoldo, el fotógrafo Paco Fernández, Mauricio Pastor, que tantas veces viajó con él, todos aseguraban que se ha ido "un gran amigo cuya mano marcaba el camino recto". "Un castellano recio trasplantado en terreno granadino", decía Rafael Guillén.

Amelina Correa conoce a al escritor desde niña. "Su mujer, Pilar Argáiz y mi padre eran inspectores de Educación. En esa época los inspectores eran pocos y tenían una relación muy cercana, recuerdo que celebraban los santos de cada uno en su casa y solían asistir todos (en mi casa, San Antonio). Recuerdo ver en la biblioteca de mi casa los libros de Manolo, desde sus primeras publicaciones: sus novelas Mar ligeramente sur -que fue finalista del Premio Nadal-, Hacia el corazón de mi país o, el que más recuerdo de todos, Comandos vascos, de 1980, centrado en el tema -entonces por desgracia tan preocupante, del terrorismo etarra-. Estaban todos dedicados de puño y letra del propio Manolo a mi padre. Muchos años después, cuando la Diputación me encargó el volumen Literatura en Granada 1898-1998: Narrativa y literatura personal fue cuando ya entré a fondo en su obra, me leí el conjunto de su producción literaria y lo incluí en el diccionario de autores granadinos de mi libro".

Y entre buenos recuerdos, fue cómo Manuel Villar Raso susurró al oído de su particular camello de nubes y brisas, que lo llevara hacia lo que siempre amó: descubrir nuevos mundos, nuevas sensaciones o bien volver a los bellos paisajes africanos "donde ríen las arenas".

Atrás quedaron su nacimiento en Olvega (Soria), sus años como pastor, su estancia en un seminario, su dilatada trayectoria como profesor de Literatura Norteamericana y tantas vivencias. También una obra extensa donde destacan Mar ligeramente sur, finalista del Nadal en 1975, El Laberinto de los impíos, Ultimos paraísos, Donde ríen las arenas, El color de los sueños, La mujer de Burkina y Las Españas perdidas, entre otros títulos.

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