Actual

Actividad de resistencia

Creación: Miguel del Arco y Aitor Tejada. Dirección: Miguel del Arco. Intérpretes: Con Israel Elejalde. Lugar: Teatro Alhambra. Fecha: sábado 22 de enero de 2011.

Atravesar la membrana del gran, o pequeño éxito, con el que venga envuelto un estreno al lugar azaroso de encuentro con su puesta en escena y llegar al espectáculo siempre es difícil para un cierto tipo de espectador. No se habla de otra cosa, antes de ver esta "función por hacer", más que de su cualidad de "espectáculo revelación" y es posible que se pierda un tiempo precioso de atención calculando si vamos a estar de acuerdo o no, con este acontecer. En mi caso lo único que me ha hecho pensar, no sin pesar, y perdonen una vez más que ocupe este espacio, que habitualmente asume con inteligencia, mérito y prudencia sobradas quien realmente ejerce de crítica (y no una advenediza como hoy lo soy yo) es el estado en el que en cierto lugares están las cosas, siempre detenidas, retenidas "fantasías de la repetición" que decía Handke, como para que este teatro, como acontecimiento escénico, interpretativo, dramatúrgico y algún etc más, constituya en sí mismo una revelación. Y pienso en ese lugar como en lugar de pensamiento, efectivamente, aunque se podría ser más topográfico.

Mal, realmente mal, están las cosas si uno lee "que con esta representación se lavan los trapos sucios", añado: de lo teatral, y se complace el ánimo en ello. Pero ya saben que es posible que uno tenga razón en contra de todos, pero también que nadie tenga la razón. Los temas son muchos e importantes y se tocan, los autores son dos, la dirección es asumida también por dos nombres, Pirandello está, y también los seis personajes y los actores y actrices que los interpretan, la colectividad pues se agita en esta pieza, en espera de movilizar algo en la subjetividad del espectador, efectivamente la intención está... por hacer.

Y en un momento de esta pieza compacta, cerrada sobre sí misma, blindada y a pesar de ello tremendamente inconsistente, irregular, con un uso excesivo de estrategias, para quien escribe, desafortunadas, recursos a la ruptura por medio del chiste vulgar, y el siempre doloroso, más que en ningún otro lugar en el teatro, de poner en ridículo el pensamiento y el amor al saber, haciendo uso de ellos, se hizo una pregunta que exaltó mi imaginación: ¿Hay en la sala algún autor?

Efectivamente anoche la sala estaba repleta de ellos, sentados en sus butacas. Cada quien personaje y autor de su propia vida, puntuando cada día su texto, volviendo a reescribir las escenas interpretadas, una y otra vez sin posibilidad de cambiar, corregir, algunas de ellas, porque a veces lo real no permite ninguna interpretación, añadiendo el plus de espectador. Efectivamente la sala estaba llena de autores espectadores. De espectadores que "parece" que se lo tragan todo, por lo que son acusados y castigados una vez más.

Imagino una escena extraordinaria, con la que creo, si me lo permiten, que la pieza podría llegar a estar conclusa, y es que tras esta pregunta los espectadores nos levantemos en bloque y después de asumir nuestra autoría, abandonemos la sala también en bloque. Pero ocurre lo que debe: sonido de aplausos, meritos reconocidos, intenciones aceptadas...

Para finalizar hoy, una cita con la que me expongo y que demuestre mi amor. Al teatro: "Lo que el crítico debe vigilar no es su parcialidad que es requerida, sino el seguimiento de las modas, la copia, el parloteo serial, el espíritu o el servicio de una audiencia demasiado comunitaria." A. Badiou.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios