Buscando razones

josé Antonio Pérez Tapias

El ogro devorado

MÉXICO, qué gran país! ¡México, qué pena de país! Así lo sienten millones de mexicanos, y muchos de nosotros con ellos. Es desgarrador leer a Elena Poniatowska preguntándose acongojada si en México están sentados sobre cadáveres. Es traumática para la ciudadanía del país azteca la tragedia del pasado 26 de septiembre, cuando en Iguala (Guerrero) fueron matados 6 estudiantes de magisterio y a su muerte siguió la desaparición de 43 compañeros más. Para frenar las manifestaciones con que hacían valer sus reivindicaciones, la represión policial se cebó sobre ellos de manera mucho más que brutal. A nadie se le escapa que tal acto de inhumana barbarie fue promovido desde terroríficas connivencias entre el poder político y ese poder económico tan desmesurado como deshumanizante cual es el del narcotráfico. El gobierno federal se ha visto obligado a tomar las riendas, procediendo por orden judicial a la detención incluso de policías implicados en las desapariciones... Y cuando se trata de encontrar dónde se hallan los cuerpos de los desaparecidos, asumiendo que están muertos, aparecen nuevas fosas con cadáveres de otras matanzas silenciadas. Y si de Guerrero se siguen los rastros criminales que atraviesan el país y llegan hasta Ciudad Juárez u otros lugares cuyos nombres marcan la geografía del crimen, el panorama es el de un Estado invadido por el "narcopoder".

Pensábamos, guardando memoria, que las desapariciones en América quedaron atrás, con las dictaduras del Cono Sur. Nos las encontramos en un México que mantiene el vivo recuerdo también de la matanza de estudiantes en Tlacolco, en su plaza de las Tres Culturas, en 1968. Fueron unos 300, pero como bien escribió el poeta Sabines, "nadie sabe el número exacto de los muertos,/ ni siquiera los asesinos,/ ni siquiera el criminal". Como ahora. Y ahora como entonces, cuando Octavio Paz dimitió como embajador tras comprobar a dónde había llegado el "ogro filantrópico" que él había descrito, lo que procede es afirmar con él que sólo una verdadera democracia puede enderezar el rumbo de México. En eso están empeñados muchos mexicanos, conscientes de que el Estado que era un "ogro filantrópico" es hoy un ogro devorado por el poder del narco. Para vencerle, les brindamos nuestro apoyo y especialmente nuestra solidaridad desde universidades que fraternalmente nos sumamos al dolor por el crimen de los estudiantes masacrados.

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