De reojo

ANTONIO CAMBRIL

La herencia de Lorca

NO hay manera de desenterrar y reconciliar a Lorca con Granada: ni se encuentran sus restos ni se logra que sus textos vuelvan a la ciudad. Símbolo de ese fracaso es el edificio de La Romanilla, construido para albergar y difundir su obra, en el que se han invertido 25 millones de euros, y que corre el riesgo de convertirse en el aeropuerto de Castellón, en un monumento a la estulticia, si no regresa el legado que ahora guarda la madrileña Residencia de Estudiantes. Más de diez años después de que se iniciara el proyecto resulta que el consorcio conformado por las administraciones responsabiliza, aunque no a las claras, a la Fundación, dirigida por Laura, la sobrina del poeta, de la distracción de cuatro millones de euros, y ésta, que ha denunciado a su gerente, mantiene secuestrado el legado hasta que se aclare el entuerto y se le conceda mayor poder en el citado consorcio. Para colmo de males, desde el entorno de la familia Lorca se plantea que la Fundación se convierta en subsede de la Residencia de Estudiantes y, dada la ausencia de noticias, en los mentideros locales corre el rumor de que el deseo de Laura de vivir en Madrid no es ajeno a la cuestión.

La ciudad, y los países europeos que pusieron dinero en la construcción de la sede y que amenazan con retirarlo, merecen una explicación, pero ni la Junta ni el Ayuntamiento ni la familia García Lorca hablan claro, quizá porque no pueden. Lo indudable es que hay una enorme cantidad de dinero cuyas facturas están sin justificar y que, aún confiando plenamente en su inocencia, Laura es responsable de negligencia en la vigilancia, de haber estado en la nube, instalada en un despiste supino. Se podría argumentar, y ya hay quien lo hace, que constituye un desatino entregar la gestión de la obra de los genios literarios o artísticos a herederos nacidos, en ocasiones, veinte o treinta años después de su muerte, en vez de a expertos más capacitados que se hayan acercado al autor movidos por el estudio y el amor. Y queda meridianamente claro que el problema se eternizará si ha de resolverse en los tribunales, y no faltará quien concluya que, tras la aristocracia de la sangre, ha surgido una aristocracia de la cultura o el arte… que a los Dávila Ponce de León y Coello de Portugal ha sucedido los García Lorca y de Los Ríos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios