La esquina

josé / aguilar

Barones demediados

NO se sabe qué es más perverso y dañino, si el empecinamiento de Pedro Sánchez en gobernar España con 85 diputados o la cobardía de los barones socialistas que no lo combaten de frente para evitar la caída, de todos, al precipicio. Uno es un pobre hombre cegado por su ambición que no pasará de anécdota en la historia nacional, pero los otros son líderes serios, responsables institucionales y con sentido de Estado.

Sin embargo, no están dando la talla. Desde el primer momento, desde que en diciembre de 2015 no provocaron la dimisión del secretario general que acababa de empeorar los resultados electorales que sí hicieron caer a Rubalcaba. Encima, le proporcionaron a Sánchez la coartada perfecta (no permitir, ni por acción ni por omisión, que gobernara el PP) para venirse arriba y llevarse nueve meses sorteando la salida más lógica tras el 20-D y, más aún, tras el 26-J: la abstención socialista en beneficio del partido más votado.

Después de las segundas elecciones -fracasada la investidura por la incompatibilidad de Podemos y Ciudadanos-, con nuevo retroceso del PSOE y avance del PP, los barones territoriales, y la baronesa en primera fila, no han tenido arrestos para obligar a Pedro a extraer las consecuencias de esta otra derrota. Siempre con el miedo de que militantes y votantes pudieran achacarles haber dado paso a Rajoy y pasarles la factura correspondiente, y siempre cobardemente, tirando la piedra en privado y sin levantar la voz en el Comité Federal socialista.

Ahora recogen lo que han sembrado con su pusilanimidad y ventajismo. Cuando han empezado a soltarse la lengua y moverse abiertamente contra la deriva abisal del secretario general, éste les contraataca apelando a las bases, el supremo argumento de los líderes que se saben débiles. Es tan desahogado y está tan dispuesto a subordinar los intereses de España y aun del propio PSOE a su interés personal que maneja la posibilidad de convocar un congreso federal para blindarse frente a un adversario, o adversaria, improbable por la propia cobardía -repito- de quien debiera serlo. No le importa poner a toda la organización socialista patas arriba votándole a él mientras el país continúa casi un año sin gobierno. ¡Qué hombre más impresentable!

Como el vizconde de Italo Calvino, los barones socialistas se han demediado, en la tercera acepción del Diccionario de la Academia: han usado y gastado su poder hasta hacerle perder la mitad de su valor.

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