UNA pérdida de conocimiento momentáneo de un conductor de la línea número 8 de autobuses estuvo a punto de provocar una tragedia. El autobús quedó sin control cuando giraba desde la Avenida de la Constitución hacia la Avenida de Madrid, chocó contra una sucursal del BBVA, donde en ese momento dos personas operaban en el cajero automático, y luego se subió a la acera hasta que el empleado pudo detenerlo. Ocurrió a la siete de la tarde, a una hora de mucho tránsito por ambas vías y con decenas de personas en los pasos de peatones esperando el cambio del semáforo. Por fortuna no ocurrió nada. Sin embargo, el accidente debe hacer reflexionar a todos los responsables del transporte urbano del importante cometido y de la enorme responsabilidad que asume un conductor. Las largas jornadas de trabajo, la obligación de atender varias tareas a la vez, además de conducir el vehículo, son hechos que alimentan gravemente el riesgo de accidente. Para mal de la empresa, de los operarios y por supuestos de los usuarios.

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